Horas después de que el primer ministro holandés, Mark Rutte , pronunciase su discurso de despedida, se anunció la formación de un nuevo Gobierno que está previsto que tome posesión hoy mismo, y que estará encabezado por Dick Schoof. Este exjefe de los servicios secretos del país estará al frente de 15 ministros entre los que no figuran ninguno de los líderes de los partidos que forman la coalición. Por primera vez, la mayoría gubernamental está encabezada por el Partido por la Libertad (PVV) de derecha radical, socio en Europa, entre otros, de la Agrupación Nacional de la francesa Marine Le Pen . Sin embargo, todos los dirigentes de esta coalición han preferido esta fórmula que sirve para camuflar en parte los conflictos políticos que puede representar en Europa una alianza encabezada por un partido situado en la parte más radical del populismo euroescéptico y que se define como antiislam y antiinmigración. El reparto incluye cinco ministros del PVV, cuatro del liberal VVD al que pertenece Rutte, cuatro del democristiano NSC y dos del partido de los campesinos BBB. Después de tomar posesión, el equipo dedicará los próximos dos meses a perfilar su programa, que será presentado al Parlamento el 17 de septiembre. Se esperan medidas radicales en ciertos aspectos relacionados con la inmigración y el gasto público , incluyendo una propuesta de reducir en un 22% el número de funcionarios. Será el brazo derecho de Wilders la viceprimera ministra y ministra de Sanidad, la arquitecta Fleur Agema, que en septiembre cumplirá 48 años. Agema se ha proclamado orgullosa de «formar parte del gabinete más derechista en la historia del país» y ha prometido una gestión marcada por un «corazón social cálido». El PVV se ha reservado también el nuevo Ministerio de Migración y Asilo, al frente del que va a estar Marjolein Faber. Este nuevo gabinete marca el fin de casi 14 años de legislaturas bajo el liderazgo del liberal Mark Rutte, que abandona la política doméstica para asumir la secretaría general de la OTAN en octubre próximo, después de la cumbre de la Alianza en Washington. Rutte se despidió el domingo por la noche de los holandeses con un discurso pronunciado en su icónica oficina en la Pequeña Torre en el castillo de Binnenhof de La Haya, algo que solo se había producido una vez en tiempos de la pandemia, y en 1973, cuando su predecesor Joop den Uyl afrontaba la primera crisis del petróleo. Rutte, que ha dirigido cuatro gobiernos con distintas coaliciones y es el primer ministro con más años de servicio en la historia holandesa, se despidió, en línea con su nuevo trabajo, pidiendo más apoyo para Ucrania. El jueves asistió en Bruselas a su último Consejo Europeo en el que también fue calurosamente despedido por sus pares, que aún no han empezado a sacar los cuchillos para reprocharle a su partido –miembro de la familia liberal– que haya roto el tabú de asociarse con un partido de extrema derecha tan significado como el de Wilders. El principal dirigente del grupo liberal es todavía el presidente francés, Emmanuel Macron, que fue particularmente efusivo con el holandés en los pasillos de la sede del Consejo, pero que al mismo tiempo se considera agredido por la posibilidad de que un partido de su familia política pacte con un socio de su principal adversaria en Francia, la Agrupación Nacional de Marine Le Pen. El del Reino de los Países Bajos no es el primer gobierno en el que entran partidos de derecha radical y el hecho de que hayan elegido como primer ministro a alguien de fuera de la política, que en todo caso tiene antecedentes socialistas, pretende seguramente suavizar la imagen exterior del gabinete porque está claro que en esta legislatura europea las relaciones o los vetos a los partidos de derecha radical van a centrar la agenda.
