La historia de amor de Brigitte y Emmanuel Macron nació en la literatura. Ella era su profesora de teatro en la escuela secundaria y él, que tenía solo 17 años, se juró a sí mismo que acabaría casándose con ella. Esa pasión, que avanzó tanto en el terreno amoroso como intelectual, es el mejor pedestal después de que los datos de la primera vuelta de los comicios legislativos hayan consumado el fracaso del Gobierno de Macron.
Su esposa se describe a sí misma devota de Leibniz y de su pensamiento práctico sobre la felicidad, basada en un justo equilibrio con la infelicidad y en aprender a apreciar los buenos ratos. Tomó también de Voltaire la fragilidad de la dicha y de Juana de Arco, una de sus heroínas favoritas, su espíritu guerrero y valiente. En sus entrevistas, el matrimonio ha hablado de sus lecturas en el Palacio del Elíseo y de sus gustos compartidos. Uno de sus autores favoritos es Gustave Flaubert. Brigitte le enseñó a su marido a leer su obra cumbre, "Madame Bovary", con la precisión de bisturí, sopesando cada palabra y cada giro, igual que hizo durante sus años de docencia con el resto de los alumnos.
Coincide también con Emmanuel en otros dos de sus libros de cabecera: "Una temporada en el infierno", de Rimbaud, y "Las flores del mal", de Baudelaire, cuyos poemas podrían recitar de memoria. Este último, lo considera su particular "breviario del mundo y del alma". La potencia de estos dos genios nunca ha dejado de impresionar al matrimonio, todavía, presidencial.
El vínculo del político con la literatura va más allá. Aunque el mandato le ha impedido leer con la voracidad que le habría gustado, ha extrañado la lectura cada día que ha pasado sin ella y ha querido aportar a su Gobierno la trascendencia de las letras. Además de los mencionados, entre sus favoritos se encuentra "Rojo y negro", de Stendhal, y la poesía de René Char. De hecho, dicen que su modo de declamar a este autor encandila a Brigitte. La lista continúa con otros escritores franceses: Julien Gracq, Yves Bonnefoy y Michel Tournier.
Confió en el escritor y editor Olivier Mongin, uno de sus maestros intelectuales y autor de un ensayo sobre las pasiones democráticas, cuando, en otoño de 2015, el flujo de refugiados empezó a ser irrefrenable en Europa. Quiso saber qué libros y autores podían ayudarle a entender el fenómeno. Fue entonces cuando redescubrió a Stefan Zweig.
La huella de sus lecturas le servirá para aliviar el peso de la derrota y bajar la tensión en estos momentos de incertidumbre. Y en el peor de los casos, la salida del Elíseo le ayudará a expandir su literatura y su curiosidad intelectual.