“Estas pinturas, por su escala, establecen un vínculo directo con el cuerpo del observador”. La frase es el inicio de un texto anónimo puesto contra una pared de la memorable muestra de Ramiro Llona en el MAC de Barranco, hasta el próximo 29 de septiembre. En efecto la exposición ”El buen lugar” trata sobre todo de eso, y merece mucho ser visitada.
Los 16 óleos están dentro de lo que cabía esperar de Llona. Pero aquí más que el contenido (“la historia”) parece pesar el tema de las escalas. No solo el observador frente a cada gigantesco cuadro, si esa es la expresión. También hay otras escalas, dimensiones, aproximaciones y distancias en juego. Aquí Llona nos vuelve Gullivers de su arte.
La expresión que corresponde es “formato heróico”, el tamaño que los expresionistas abstractos de EEUU asumieron desde fines de los años 40 según algunos críticos para superar la casa particular y adecuarse a los muros de los museos. El caso más saltante está en partes de la serie “Elegía a la República Española”, de Robert Motherwell.
Varios críticos han usado “formato heroico” para definir partes de la obra de Llona, y el artista mismo lo ha hecho. Ya antes él ha frecuentado los grandes formatos, acaso por influencia de sus años en Nueva York. Quizás solo Fernando de Szyszlo ha incursionado en el mismo formato de parecida manera. Llona ha ido más lejos.
Creemos haberlo leído, que estos cuadros surgen de la experiencia traumática de la pandemia y el confinamiento que la acompañó. El enorme formato puede ser visto como el trabajo de escapar a la experiencia de esas paredes, hacia los grandes espacios del lienzo y del MAC, que ya estaba esperando. Luego está el tema de las iglesias.
Los títulos directa o indirectamente alusivos al Nuevo Testamento evocan la amplitud de las iglesias y las dimensiones del arte que ellas suelen alojar. Pero al lado de esas obras, las de Llona nos parecen conceptualmente vacías. Se puede comparar esta muestra con el doméstico y abigarrado cuadro “Lo que va a venir” (2004) de la colección del MAC, también exhibido allí en estos días.
El contenido ha retrocedido, pero no estamos solo ante un asunto de temas y tamaños. Llona parece haber empezado a explorar la cabalística intensidad cultural de los espacios donde parece no haber nada, pero donde la creación explora su constante existencia.