Es comprensible el cabreo danés por el gol anulado a
Andersen por unos milímetros, apenas dos minutos antes de que cometiera el penalti que sentenció su choque con
Alemania. En ambas acciones intervino el VAR y en ambas a favor de los locales. Si el lateral diestro danés hubiera calzado un 38 en lugar de un 42, por decir algo, tal vez ahora estaríamos hablando de otro desenlace, quién sabe.
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