La demanda de personas graduadas en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas crece a un ritmo mayor que la oferta: he aquí varias ideas para llenar las vacantes.
La demanda de personas calificadas, principalmente graduadas en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, crece a un ritmo mayor que la oferta.
La escasez no es exclusiva de un país o continente. En Europa, casi la mitad de las empresas se ven en dificultades para hallar personal con las habilidades requeridas y en Estados Unidos el 45% de los empleados con un doctorado en carreras STEM (sigla en inglés de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) son extranjeros.
En Asia, donde no pocos gobiernos invierten fuertemente en educación, en países como Japón el número de estos profesionales se ha estancado en los últimos años.
En nuestro país, un estudio de la Academia de Centroamérica, de la cual soy presidente, revela que la brecha entre la oferta y la demanda en las zonas francas es muy significativa: en computación (entre 4.500 y 17.000 trabajadores), ingeniera industrial (731 a 4.400), economía y ciencias exactas cuantitativas (2.000 a 7.000), calidad, manufactura y materiales (400 a 3.000) y mecatrónica e ingeniería aeroespacial (800 a 2.300). En total, la brecha se estima entre 8.000 y 35.000 trabajadores.
Por otra parte, poco sabemos de las diferencias entre la oferta y la demanda de técnicos en recursos humanos. Un problema que urge abordar a la mayor brevedad posible, porque solo si se miden seremos capaces de evaluar las políticas y los programas públicos y privados.
Si bien es cierto que en buena medida es competencia del Ministerio de Educación (MEP) y el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), me interesa comentar lo que varios organismos plantean que pueden hacer las empresas para atenuar el impacto de la sobredemanda y algunas ideas que las autoridades educativas podrían explorar para colaborar en esta tarea.
Las empresas deben entender que la automatización y la inteligencia artificial (IA) ayudarán cada vez más a los trabajadores a realizar tareas manuales que consumen mucho tiempo.
Una forma de capacitarlos es mediante las alianzas con centros de enseñanza. Un ejemplo es el programa Don Bosco Plus de Cedes Don Bosco. Los técnicos graduados y con experiencia laboral son recapacitados para desarrollar habilidades requeridas por empresas que previamente aceptan contratarlos.
Por tanto, es necesario garantizar que los trabajadores cuenten con la apropiada alfabetización científica y el dominio de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) como habilidades fundamentales en el siglo XXI.
Solo los gobiernos pueden encargarse de solventar algunos problemas con miras a mitigar la escasez de profesionales en STEM, especialmente en lo que respecta a la educación.
Es preciso replantear el modelo de enseñanza en línea con las recomendaciones, por ejemplo, del Estado de la Educación. Algo valioso sería buscar la forma en que los graduados de colegios técnicos sigan estudiando ingenierías en universidades públicas y privadas sin empezar de cero, como en varios países de Europa, entre estos Alemania.
Entiendo que algo así se puso en práctica en el pasado en el Tec y actualmente en la UTN, pero debería ser una política pública en vista de su impacto en la reducción del tiempo de graduación de ingenieros.
Asignar parte de los fondos del FEES a un concurso abierto cada año entre las universidades financiaría cierto número de estudiantes de las carreras STEM en un plazo determinado (digamos cinco años) siguiendo el modelo de Corea. Así, la universidad que presente el mejor programa de estudios para alcanzar el objetivo ganaría los recursos.
Una alianza de las empresas con las universidades también es una valiosa herramienta con el fin de aumentar el número de graduados. Para que las universidades dispongan de más cupos en las carreras STEM, sería conveniente facilitar la contratación de profesionales extranjeros, con maestrías y doctorados en estas áreas, condicionar la residencia a que colaboren como profesores en las universidades a tiempo parcial y durante algunos años.
Recuerdo que funcionarios de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional colaboraron como profesores de Economía en la UCR hace ya varias décadas. No solo se requieren más recursos económicos para ampliar los cupos, sino también profesores excelentemente calificados.
El Foro Económico Mundial destacó en un artículo recientemente publicado que la Universidad de Cambridge puso en marcha una alianza con la empresa Urenco, proveedora internacional de servicios de enriquecimiento y productos del ciclo del combustible para la industria nuclear.
Con su know-how en energía nuclear, la empresa contribuye a la investigación y aporta al plan de estudios en las carreras STEM de la universidad. A cambio, obtiene acceso a una lista de futuros empleados potenciales. Con la cantidad de multinacionales que operan en Costa Rica, se podría pensar en muchos programas como estos en conjunto con las universidades.
Las pasantías son otra forma de atraer a estudiantes en etapas posteriores a su formación. La NASA ofrece una serie de programas de este tipo a estudiantes en Estados Unidos.
Del mismo modo, las compañías centradas en las STEM deberían disponer de programas de aprendizaje y que quienes participen tengan la posibilidad de quedarse en ellas.
Este modelo es muy popular en países como Francia, donde los programas de aprendizaje entre empresas y las grandes escuelas de renombre se están expandiendo rápidamente.
El fomento de la diversidad suele ser un objetivo valioso en estas iniciativas. Apoyar a los grupos subrepresentados en la fuerza laboral de las STEM —las mujeres, por ejemplo— es crucial para aumentar la cantera de futuros talentos.
Debemos atrevernos a soñar y hacer cosas diferentes para alcanzar objetivos que no hemos logrado hasta ahora por falta de creatividad.
El autor es economista, presidente de la Academia de Centroamérica.
