«No hay trabajo, no hay venta, ¿de qué vamos a vivir?», se pregunta Julio Mayta, un ciudadano boliviano de la tercera edad que vende golosinas en la sede de Gobierno, cerca del palacio presidencial. Volvió a la plaza Murillo 48 horas después de ser desalojado violentamente el pasado miércoles por un grupo de militares, armados y con tanquetas, que decía que quería tomar el poder. Era el intento de un golpe de Estado. Un levantamiento militar, que fue finalmente frutrado, que tuvo lugar en un país, Bolivia, que enfrenta desde hace semanas conflictos en la distribución de combustible , lo que ha provocado que las estaciones de servicio agoten rápidamente el diésel y la gasolina; como consecuencia, desde hace días...
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