Ucrania ha vuelto a castigar las regiones fronterizas de Rusia con un nuevo ataque aéreo que pretende demostrar a Moscú que la guerra puede estar también en su territorio. En esta ocasión no ha sido sobre la zona de Belgorod, la más castigada por la incursiones aéreas de Kiev, sino sobre Kursk, una región de mucha importancia relevancia simbólica para el Kremlin.
El ataque aéreo se ha producido en la noche del sábado al domingo en la aldea de Gorodische, del distrito Rilski de Kursk. Aunque no está claro si se emplearon solo drones o también helicópteros, las autoridades rusas han informado de la muerte de al menos cinco personas, entre ellas dos niños, como consecuencia del impacto de proyectiles.
El gobernador regional en funciones, Alexei Smirnov, ha señalado en un mensaje de Telegram que varios heridos fueron trasladados a hospitales.
Además, según este portavoz, las fuerzas de defensa antiaérea rusas han interceptado y destruido dos drones en el territorio de la región de Tver, otro en la región de Briansk, otro más sobre Belgorod y dos sobre el territorio de la República de Crimea.