La reivindicación separatista de León ha vuelto a recuperar
nuevamente protagonismo esta semana. La Diputación de León aprobó el miércoles
26 de junio con escaso margen de diferencia (13 votos a favor y 11 en contra)
una moción por la que reclama que se inicien los trámites para formar una
comunidad autónoma segregada, es decir, que desea ser independiente y prefiere
emanciparse de Castilla, pasando a formar la comunidad autónoma número 18 en el
territorio español.
Este requerimiento es legítimo y –según los leonesistas- se
ha solicitado con todo el respeto institucional y dentro de la legitimidad
constitucional vigente, pues es en la Constitución española donde se regula
este procedimiento (arts. 143. 2 “La iniciativa del proceso autonómico
corresponde a todas las Diputaciones interesadas o al órgano interinsular
correspondiente y a las dos terceras partes de los municipios cuya población
represente…”, y 144).
Esta solicitud es un tema recurrente. En esta ocasión, la
UPL (Unión del Pueblo Leonés) se ha servido de que gracias a su apoyo mantiene
al PSOE en los gobiernos de la Diputación y del Ayuntamiento de León, donde no
cuenta con mayorías absolutas, y ha considerado que este era un buen momento
para presentar esta moción, una propuesta que ha sido rechazada por toda la
oposición (PP y VOX).
Se trata así de recuperar una vieja aspiración que ha
planeado desde los orígenes de la creación de la comunidad autónoma de Castilla
y León. Aquella pretensión de formar una comunidad independiente se vio
frustrada por mediación de Martín Villa en 1983, cuando se creó la actual
comunidad de Castilla y León (la última comunidad en configurarse y cerrar el
mapa autonómico español). Periódicamente ha ido reapareciendo esta
reivindicación, y tan solo hace unos pocos años, en 2019, el alcalde socialista
del Ayuntamiento de León, José Antonio Diez, también aprobó una moción similar,
que fue secundada por 63 ayuntamientos de otros pueblos de la provincia de
León, de todos los colores políticos.
¿Qué recorrido puede tener esta moción? Por diferentes
circunstancias, entendemos que su recorrido será breve. La primera dificultad
radica en que habría que poner de acuerdo a los territorios que desearían
integrarse en esta nueva comunidad autónoma. Y las provincias que formaban
parte del antiguo reino de León, como son Zamora y Salamanca, no parecen muy
partidarias de secundar esta iniciativa, pues allí nunca se ha planteado
seriamente iniciar la secesión. Otra dificultad vendría por la comarca del Bierzo,
que reivindica desde hace años un “Bierzo libre”, independiente, y que podría
convertirse en esa hipotética situación en una secesión de la secesión leonesa.
Tampoco parece que los tiempos en España apunten a la
creación de nuevas comunidades autónomas, cuya consecuencia inmediata sería
tener que repartir el mismo presupuesto para atender las necesidades de los
ciudadanos incorporando ahora los nuevos gastos de todo lo que conlleva
mantener institucionalmente una comunidad autónoma (procuradores en Cortes,
Consejerías, Consejo Consultivo, Defensor del Pueblo, Consejo de Cuentas,
etc.,), y Castilla y León ya tiene bastantes problemas económicos para atender
la Sanidad, la Educación y las obras públicas en la región más extensa de
Europa, y con una muy baja densidad de población. Lejos de solucionar
problemas, éstos se agravarían por la disminución de recursos. Es más, tendría
más lógica una tendencia en sentido contrario, que se uniesen a otras algunas
de las comunidades autónomas uniprovinciales que existen, integrándose en
espacios territoriales más amplios, para favorecer una disminución del elevado
gasto que supone es Estado de las autonomías. Aunque esto último de momento
también parece improbable que se produzca a corto plazo, por las ventajas
económicas que reciben.
Por último, está la cuestión histórica. El punto de partida
de la identidad histórica de Castilla y León se encuentra en el proceso de
Reconquista y repoblación en la Alta Edad Media. El reino leonés existió entre
los siglos IX al XIII, pero su historia como reino unido al de Castilla ha sido
mucho más duradera, desde Fernando III en 1230 hasta la actualidad, una unión
definitiva que está a punto de cumplir ocho siglos. Son una serie de razones de
peso que de momento no atribuyen mucho recorrido a esta moción de emancipación
leonesista.
Carlos Belloso es Profesor de Historia de Derecho de la
Universidad de Valladolid