Es lunes. Termino el último paciente y salgo a los Verdi. Hace unos días en un viaje familiar aproveché las horas de vuelo para revisitar la primera parte de Inside Out (en España Del revés), por lo que tengo la historia de Riley y sus emociones bien reciente. Son las 22.00 y empieza la película puntual. La sala, a pesar de las horas, tiene una buena entrada, síntoma de su éxito. El fructífero viraje de Disney en el estreno de Inside Out 2 fuera de su plataforma tiene un valor añadido. El cine, cuando ocurre compartido entre las paredes de una sala, adquiere una nueva dimensión: que las emociones pueden contagiarse.
Las personas aprendemos a sentirnos seguras. Nuestro Sistema Nervioso Autónomo es el encargado de gestionar nuestra supervivencia regulando la respuesta ante el estrés: actúa como un sistema de detección interno que escanea nuestro entorno y que está constantemente comunicándose y sintonizando con los demás reproduciendo de manera autónoma los estados de quienes nos rodean. Es lo que en psicología llamamos corregulación.
En una manada, si un animal percibe peligro todo el grupo se pone más alerta y ello aumenta sus posibilidades de supervivencia. Los seres humanos funcionamos exactamente igual. Cuando estamos con personas enfadadas nos hace sentir peor, y cuando estamos con personas que están tranquilas y felices nos sentimos mejor.
Reconozco haber ojeado, antes de ver la película, un par de críticas de titanes de la prensa española. En oposición a lo leído, técnico y adultizado, el valor de esta película no reside en los aspectos técnicos, ni siquiera en los comerciales. Se equivocan los adultos que pican en la tendencia de centrar la crítica en la comparación con la película anterior.
Para ver esta película conviene liberarse de prejuicios y cargas de la vida adulta y adquirir el prisma que los que hoy en día somos adultos tuvimos con series como 'Érase una vez la vida'
Ambas películas, al final de los créditos, comparten dedicatoria: “A nuestros niños”. Mientras que en la primera continúa con un “please don't grow up. Ever” (“Por favor, no crezcáis. Nunca”), en la segunda dice “we love you just how you are” (“Os queremos tal y como sois”). Y es que para ver esta película conviene liberarse de prejuicios, de cargas y responsabilidades correspondientes a la vida adulta y adquirir el prisma que los que hoy en día somos adultos tuvimos con series como Érase una vez la vida o Érase una vez el cuerpo humano, en donde se trataban de forma simple y amena diferentes aspectos sobre anatomía y enfermedades del cuerpo humano.
La serie se estrenó en el año 1986. Desde entonces la vida ha evolucionado de manera acelerada, no solo por la llegada de Internet, sino por la aparición de nuevos padecimientos y malestares psíquicos, muchas veces fruto de la vida acelerada y los hábitos de una nueva forma de relacionarnos con la propia vida, con el trabajo y con las expectativas.
En la serie de los 80, las explicaciones se realizaban a través de las aventuras de distintos personajes que representaban los órganos, células, etc. En Inside Out, al igual que en Érase una vez la vida, las expresiones psíquicas se nos presentan a través de animados personajes que explican de manera clara y amena su funcionamiento y lo que es más importante: su existencia.
El éxito de una película como Inside Out se hace latente cuando, ante el consumo disparado de ansiolíticos y antidepresivos en la población adulta en las últimas décadas, y al tratarse de una cinta enfocada principalmente a población infantil, ésta cumple una función psicoeducativa atrayendo a miles de personas, en su mayoría niños y niñas, a las salas de cine. El valor es doble. No solo cumple la función psicoeducativa, sino que acerca las generaciones más pequeñas a las salas y a la experiencia del cine.
Atendiendo a las estadísticas, es probable que algunos de los detractores más prestigiosos de esta película se hayan puesto finos de benzodiacepinas a lo largo de su vida.
Las emociones nos van acompañando en nuestras decisiones a lo largo de la vida, unas favoreciendo, otras entorpeciendo, pero todas necesarias
Las palabras que se pueden leer al final de la película representan lo que cuenta la historia y quién es el público a quien va dirigido. Cómo las emociones nos van acompañando en nuestras decisiones a lo largo de la vida, unas favoreciendo, otras entorpeciendo, pero todas necesarias, como representa el abrazo comunal de Alegría, Miedo, Ira, Asco, Tristeza, Envidia, Aburrimiento, Vergüenza y Ansiedad, las verdaderas protagonistas de la historia, en los últimos minutos de la película. Lo que se cuenta también representa cómo la interacción con nuestro entorno ejerce una influencia directa sobre nosotros, capaz de condicionar nuestras vivencias conduciéndonos a uno u otro destino.
En 1868, el científico Charles Darwin realizó un estudio para probar que animales y humanos compartíamos una serie de emociones innatas y universales, un código que nos sirve para comunicarnos entre especies. Dicho estudio formó parte del libro La expresión de emoción en los hombres y animales publicado en el año 1872, y concluyó que algunas de esas emociones eran la alegría, el miedo, la sorpresa, la ira y la tristeza. Estas representan casi la totalidad de los personajes de la primera película de Inside Out.
A medida que las personas interactuamos con nuestro entorno y adquirimos nuevas experiencias, activamos nuevas formas de comunicación emocional, entre las que, entre muchas otras, se encuentran el resto de personajes de ambas películas, incluida la ansiedad.
La ansiedad es un componente básico de la condición humana que cumple un cometido concreto: percibir y alertarnos sobre un posible peligro. Su funcionamiento se activa de forma refleja, e involuntariamente. Si este mecanismo genera una sensación constante de preocupación y miedo en situaciones que a menudo no son amenazantes, puede dar lugar a una problemática mayor y afectar significativamente a diferentes aspectos de nuestra vida. Cuando los síntomas de la ansiedad sobrepasan un umbral, podemos sufrir un ataque de pánico, un episodio de angustia y miedo intenso que se presenta de forma repentina, sin que aparentemente exista ninguna causa, acompañado de síntomas físicos como taquicardias, dificultad respiratoria, mareos, sensación de hormigueo, náuseas, despersonalización y desrealización, entre otros.
Esta línea entre ansiedad y pánico podemos verla en uno de los momentos más lúcidos de la película, cuando Riley es expulsada al banquillo dos minutos en un partido de hockey, tras haber golpeado a una de sus amigas, presa de un estado de ansiedad que la empujaba hacia una expectativa excesivamente ambiciosa: marcar tres goles, uno más de los que había marcado la mejor jugadora del equipo en el mismo tipo de partido, un tiempo atrás. Una idea aparentemente genial del personaje Ansiedad que frustra y bloquea las expectativas de Riley en ese partido y antepone sus necesidades ante el cuidado de sus amistades. La propia emoción se muestra bloqueada e incapaz de salir del trance. En esa secuencia se refleja de manera brillante lo que puede suceder en un ataque de ansiedad.
La ansiedad puede ser una manifestación de un estrés mantenido en el tiempo. Normalmente el perfeccionismo o unas exigencias poco realistas acrecientan los estados de ansiedad. Por otro lado, el creciente uso y exposición de los jóvenes a las redes sociales hace que sean más propensos a tener problemas de este tipo. En este sentido, en la película, el personaje Aburrimiento entra en un colapso emocional cercano a la ansiedad cuando Miedo le quita la consola con la que maneja el control. Un problema creciente que de un tiempo a esta parte ha sido identificado con el nombre de 'tecnoestrés', algo que algunos autores ya se atreven a denominar como una pandemia mundial de consecuencias relevantes en la salud mental y la economía de la población.
Según el último informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), dependiente de Naciones Unidas, España es el país que más benzodiacepinas consume del mundo. Estamos hablando de fármacos como el Diazepam (Valium), Alprazolam (Trankimacin) o Lorazepam (Orfidal) que se utilizan principalmente para el tratamiento de trastornos de ansiedad. Ante esta situación, la OCU ha denunciado la falta de especialistas de salud mental en Atención Primaria. En la actualidad casi la mitad de las visitas al médico de familia son debidas a problemas de salud mental, prescribiéndose habitualmente este tipo de fármacos porque no hay ni tiempo ni especialistas para valorar el problema adecuadamente y poder optar por otros recursos como la psicoterapia.
El disparatado aumento del consumo de benzodiacepinas no deja de ser la prueba de que no se están tratando de forma adecuada los problemas de ansiedad y salud mental, y de que muchas veces estos fármacos se recetan a la ligera, pero lo más alarmante es que el consumo de tranquilizantes también se ha disparado entre los más jóvenes. El 24,9% de los chicos y chicas entre 14 y 29 años han consumido psicofármacos en los últimos años, muchos de ellos sin receta médica, según el Barómetro Juvenil. Salud y Bienestar.
A este respecto, recientemente se ha publicado un estudio que advierte de la influencia de la industria farmacéutica en salud mental, evidenciando los cada vez mayores niveles de estrés, agotamiento e insatisfacción en la vida de los usuarios. En este sentido, los autores indican que hay una tendencia a incentivar a las empresas farmacéuticas a mantener una comprensión biomédica del malestar para la cual pueden desarrollar y vender psicotrópicos y dispositivos médicos, y no se sorprenden ante el hecho de que un estudio de 2020 descubriera que 7 de cada 10 empresas farmacéuticas importantes gastaron más en ventas y marketing que en investigación y desarrollo. Por si asaltan las dudas, no todos los profesionales de la salud mental pensamos que es una buena noticia que un amigo te diga que está mucho mejor desde que consume X médicamente.
Por si asaltan las dudas, no todos los profesionales de la salud mental pensamos que es una buena noticia que un amigo te diga que está mucho mejor desde que consume X médicamente
En la ansiedad, la emoción protagonista es el miedo. Los más jóvenes son los que tienen la vida por delante, los que confrontan con las complejidades de una nueva realidad. Los mayores hemos de ir acompañando en la educación y psicoeducación a los más pequeños. “Tenemos que prepararnos”, dice Ansiedad en algún momento de la película. Ella trabaja con proyecciones a futuro, con anticipaciones catastróficas y automatizaciones irreales que cancelan otras emociones como la alegría y el entusiasmo, y dan paso a otras como el miedo, la vergüenza, la ira y la tristeza. Ninguna de ellas es necesariamente perjudicial, sino que conforman un equipo que da identidad a nuestro sistema de creencias, como se ve en el abrazo final entre ellas.
En definitiva, se hace tremendamente educativo ver cómo la alegría puede entristecerse, o ver cómo la tristeza, la ira y el miedo pueden alegrarse. Es necesario realmente entender que podemos invitar a nuestra ansiedad a disfrutar en un sofá de un plácido masaje mientras le ofrecemos una infusión relajante. ¿Por qué no? Ahí reside el comienzo de la despatologización en las nuevas generaciones.
Probablemente, a día de hoy, la saga Inside Out sea una de las mejores aproximaciones psicoeducativas en la historia del cine.