Sentí vergüenza. Los caminantes tomaban fotografías de la fachada, del lobby, de cada rincón de la sala, de los balcones, del escenario… y lo adoraban. Realmente es una joya arquitectónica, referente imprescindible del Art Decó en el país, pero además atesora una historia musical y cultural envidiables.
Sin embargo, el Teatro de Variedades América, templo del espectáculo musical en la Mayor de las Antillas, no ha recibido el mantenimiento que, a la luz del tiempo, necesita y merece. Cierto es que en 2014 se informó sobre su cierre temporal para labores constructivas, pero ahora, en pleno 2024, siento pena de un inmueble con tantos valores, entre los que me gustaría mencionar aquellos relativos al personal apasionado que en él trabaja.
Es costosa la reparación y mantenimiento de las instituciones culturales en el país y sabemos que, desde el punto de vista económico, afrontamos a diario carencias y altos precios de los materiales de la construcción. Sin olvidar que la tecnología que conlleva un teatro de esas dimensiones también resultaría de precios elevados en su adquisición. Pero es un símbolo, un referente del esplendor cultural de nuestro país y no cesa de ofrecer propuestas a diferentes públicos. ¿Por qué no puede ser atendido como se lo ha ganado?
Olor a humedad, techos peligrosos, descuidadas estructuras… y que conste que el personal que allí labora, reitero, se empeña en solucionar de la mejor manera cualquier dificultad. Pero no siempre basta la voluntad cuando urgen recursos imprescindibles.
Hagamos brillar, y nunca mejor dicho, una edificación por cuyos camerinos, pasillos y en el mismísimo escenario regalaron su arte Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats, Adolfo Guzmán, Chucho Valdés, Juan Formell, Pedro Vargas, Pedro Infante, Rita Montaner, Moisés Simons, Ester Borja, Rosita Fornés…
Una institución que también fue abrigo de María de los Ángeles Santana, Lola Flores, Isolina Carrillo, Elena Burke, Benny Moré, Adalberto Álvarez, Josephine Baker, Bola de Nieve, Sara Montiel, Libertad Lamarque y muchos más. Los artistas de hoy también esperan glamour donde, desde la década del 40, primaba.
