El alcalde podría haberse metido en un problema judicial al no medir las consecuencias de sus actos populistas
Ayer, un grupo de activistas que apoya al alcalde de la localidad colombiana de Duitama, José Luis Bohórquez, celebró con gran entusiasmo una acción que, paradójicamente, podría desembocar en un grave conflicto legal. Los activistas, con la intención de captar atención nacional durante el Día Mundial Antitaurino, derribaron la escultura ubicada en la entrada de la plaza de toros que lleva el nombre de César Rincón en esa población y la curbrieron de consignas antitaurinas. Esta escultura homenajeaba a diestro bogotano, reconocido como el mejor torero colombiano de la historia. Sin embargo, la acción ha provocado escándalo y rechazo debido a su naturaleza violenta.
El problema principal radica en que la escultura no pertenece al municipio, sino a un grupo de 12 empresarios aficionados a los toros, miembros de la Asociación de Amigos de la Plaza de Toros César Rincón de Duitama (Duitaurina). Estos empresarios contrataron y pagaron la obra de arte al artista santandereano-duitamense, pero nunca la donaron oficialmente al municipio. Este detalle crucial no fue considerado antes de la intervención.
Así que el municipio se enfrenta a una posible demanda de reparación directa. La escultura, compuesta por cuatro estatuas, no formaba parte del comodato de 13 años que tenía Duitaurina sobre la plaza y fue dañada de manera irreparable durante su derribo. Este daño podría resultar en una millonaria condena para el municipio, que incluiría tanto perjuicios materiales como morales.
Sin embargo, la fuerte corriente antitaurina que azota ahora el país americano, con la connivencia del Gobierno Nacional, está despertando acciones muy lejanas a la supuesta "no violencia" que persiguen, pues cada vez son más notables los actos de vandalismo, intolerancia y odio que los mueve.
