Primero fue la ausencia de Madame Francina, aquejada de una indisposición al parecer leve. Gómez de Celis, gestualidad austera y rictus de villano de serie B, la sustituyó en el púlpito de una Cámara resacosa tras el pacto sobre los jueces que apenas se centró en atender a la tediosa liturgia de la sesión de Control. Sobrevino luego el anuncio de que Sánchez cancelaba de nuevo y por sorpresa su agenda, esta vez por dos días por 'un hecho inexcusable'. El Hemiciclo derivó en un trasiego de dudas y cábalas, en una especie de patio de corrala en el que los congregados se daban codazos ...