El falso obispo excomulgado Pablo de Rojas y el falso cura coctelero José Ceacero han dejado de ser habitantes del convento de las clarisas cismáticas de Belorado. Según ha podido confirmar LA RAZÓN por varias fuentes, las religiosas expedientadas por la Santa Sede habrían echado del convento al fundador de la llamada Pía Unión San Pablo Apóstol y a su portavoz después de la reunión que las monjas mantuvieron este lunes con su equipo de abogados. “No voy a hacer declaraciones al respecto, yo me encuentro en Bilbao”, ha asegurado De Rojas a preguntas de este diario sobre su expulsión. Mientras tanto, Ceacero no responde a ninguna llamada ni mensaje.
LA RAZÓN ha podido que las propias religiosas excomulgadas se habrían comunicado ya con sus familiares para darles a conocer la salida de sus hasta ahora asesores religiosos. Parte del equipo jurídico contratado por las religiosas, a preguntas de este periódico, se remiten a una “cláusula de confidencialidad” para no confirmar ni desmentir esta información.
Lo cierto es que, al parecer, desde hace días, el trabajo exhaustivo realizado por el bufete de Sarabia y Asociados, GTRS y el notario Florentino Aláez se habría materializado en una radiografía ofrecida a las religiosas sobre las situación en la que se encuentran sus bienes y la posibilidad de reclamar su titularidad. Ante lo expuesto, las monjas habrían abierto los ojos ante la realidad de De Rojas y Ceacero y habrían tomado la decisión de echarlas. Ni las advertencias de los medios de comunicación ni las alertas del Arzobispado de Burgos lograron convencer a las religiosas de la errada confianza depositada en sus mentores espirituales.
Sin embargo, a priori, esta expulsión de la cúpula de la Pía Unión no se traduciría en que las monjas iniciaran el camino de vuelta a la Iglesia católica. Si no cambian de parecer en las próximas horas, se mantendrían al margen de unos y de otros.
En cualquier caso, está prevista una comparecencia pública, previsiblemente este viernes, para notificar a los medios de comunicación la hoja de ruta que adoptarán las religiosas, tanto en materia religiosa como en relación a las propiedades.
Según comentan a LA RAZÓN algunas fuentes cercanas al caso, entre las hipótesis que se estarían barajando en la comunidad cismática figuraría la posibilidad de inscribirse como asociación civil. De esta manera, podrían poner a su nombre los conventos para intentar hacerse con su propiedad. Sin embargo, sería cuestionable que este nuevo argumentario pudiera arrebatar la titularidad de la Iglesia desde hace seis siglos.
En paralelo, diferentes voces vinculadas al convento comienzan a dudar de la capacidad de liderazgo de la abadesa excomulgada, Isabel de la Trinidad. La confianza plena mostrada por parte de las nueve hermanas que la han respaldado en la aventura cismática podría estar resquebrajándose al quedar al descubierto los errores cometidos al ponerse en brazos de Pablo de Rojas y José Ceacero que les han llevado a ser excomulgadas.