Desde que el pasado 13 de mayo las clarisas de Belorado dieran a conocer su deseo de romper con la Iglesia católica y situarse bajo el amparo del falso obispo Pablo de Rojas y su Pía Unión San Pablo Apóstol, los intentos por reconducir a la comunidad cismática no han cesado. Las constantes llamada sal diálogo del comisario pontificio y arzobispo de Burgos, Mario Iceta, han venido acompañadas de acciones concretas. De manera oficial, Iceta envió a cuatro mediadores el 6 de junio al monasterio con el fin de notificarlas medidas que se estaban llevando a cabo y establecer un cauce de mediación para la subsistencia económica de la comunidad. La respuesta de la ya ex abadesa, sor Isabel de la Trinidad, fue expulsarles.
Más allá de esta iniciativa oficial, en estas semanas también se han dado algunos intentos de acercamiento informales que buscaban destensar las relaciones a través de familiares y sacerdotes cercanos a alguna de las consagradas. Para ello, se ha echado mano tanto de las llamadas telefónicas, mensajes de Whatsapp y correo. Sin embargo, nada parece haber surtido efecto.
Según ha podido confirmar LA RAZÓN, entre quienes ha buscado tender este puente para evitar el cisma se encontraría el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz. El prelado, perteneciente a la Orden Franciscana, habría intentado echar mano de su cercanía hacia la vida religiosa contemplativa para buscar complicidad con la ex abadesa y las otras nueve con sagradas para que no consumaran su salida de la Iglesia. Al parecer, Sanz se habría intentado comunicar en varias ocasiones con las monjas sin éxito. Es decir, se habría encontrado con la callada por respuesta.
Desde esta decepción por la falta de respuesta de las religiosas, se interpretaría el mensaje en la red social X que el propio arzobispo de Oviedo publicó en su perfil el pasado 22 de junio, después de que se diera a conocer la excomunión de las diez monjas por decisión del comisario pontificio. «Triste desenlace de algunas Clarisas de Belorado que han decidido en espiral demencial adherirse a quien las ha engañado proyectando y nutriendo su herida errada», ex ponía Sanz, desde el convencimiento de que el grupo cismático ha tomado una decisión más que equivocada. «Las conozco y aprecio, y no entiendo la deriva tan absurda», continúa el arzobispo en su mensaje, como una prueba de los vínculos personales que le unían a estas clarisas. El prelado remataba supost: «La Orden de Santa Clara es fiel hija de la Iglesia». «Estas, no», remarca el arzobispo.
Junto a Jesús Sanz, también intentó rebajarla tensión sor Lucía Caram. La mediática monja dominica llegó a hablar con la telefonista del monasterio y la abad esa defenestrada la llegó a escribir, agradeciéndoles su interés, pero negando toda mediación.