Inglaterra es de momento una llamada al pundonor sin juego que administrar. Voluntad y deseo muestra ante Eslovenia, deja ronchas de piel en el césped, pero no consigue su objetivo. Ganar y convencer. El empate le sirve para pasar como primera de grupo. Dinamarca es segunda y Eslovenia también pasa como tercera. El árbitro francés no concede un segundo de prolongación en la primera mitad porque poco o nada ha pasado. Recorrido insustancial por las entrañas de Inglaterra, juego plano de los hijos de Gran Bretaña, escasa aportación de Eslovenia y más tedio que otra cosa en Colonia. Inglaterra se muestra agarrotada, próxima al desgaste funcional de un equipo que ha asomado demasiadas veces en las casas de apuestas y siempre se queda a las puertas, falto de ese empujón final que lo aproxime a alguna pieza de primer nivel. Se aprecia el estrés social de las islas en los movimientos de los británicos, caras adustas, gestos destemplados, demasiadas alusiones al fallo del compañero. Las opiniones de Lineker y Shearer han generado un ambiente de ansiedad en los ingleses, que ni ganaban con aquellos ni parecen en posición de hacerlo con estos. Es Harry Kane el más afectado. Se le nota en la premura para soltar tiros, unas veces desviados, otras inocentes y siempre carentes del peligro que se le supone al delantero del Bayern Múnich. A Bellingham, hiperactivo en el Real Madrid, le consume esa nube y apenas aparece en los cuarenta y cinco minutos iniciales. Quiere el balón, lo reclama por personalidad y galones, pero hace poco con él. Demasiado pase atrás, poca opción para conectar con Foden o Trippier. Bellingham siempre es una amenaza, pero no se acerca a Oblak, no sorprende, está metido en el agujero. En esa sinfonía quebradiza que ni Gallagher ni Rice ordenan, solo Trippier y Foden asoman la cabeza para ilusionar a su parroquia. El delantero del Manchester City es una centella con la pelota en el pie izquierdo, pero en su camino siempre hay una legión de eslovenos defendiendo a Oblak. A Trippier le corresponde la creatividad, buenos pases desde la banda contraria a su pie, centros estupendos desde los lados e intuición para buscar socios. Del lateral parte la mejor ocasión británica, un pase a Bellingham y este, de primera a Foden, que estaba en fuera de juego e invalida el servicio que Saka lleva a la red. Fue lo mejor de Inglaterra antes del descanso, muy poco para un fútbol tan gigante. Los 'british' se aplican en la segunda parte a la tarea de recuperar la pelota tras pérdida. Lo consiguen en un noventa por ciento de las acciones y eso convierte el partido en un frontón. Percuten y percuten contra la defensa eslovena, cada vez más cerrada y más poblada, una maraña de brazos y piernas en protección de Oblak. Eslovenia tiene muchos billetes para clasificarse con su tercer empate. Mainoo aporta más empuje y robo que Gallagher, Inglaterra lo nota y sin maravillar con su fútbol, el combinado de Southgate pone cerco al marco de Oblak. Presencia constante, por las buenas o por las malas, con más ganas que juego. Sesko le saca un cabezazo a Stones que se colaba. Entra Palmer, el deseado en Inglaterra, y en unos minutos despliega mayor variedad de registros que Saka. Al grupo de Southgate no se le puede negar la voluntad, un pundonor estimable, pero también un juego espeso, sin la claridad requerida. A Eslovenia le vale el empate y alguna contra, no quiere saber nada del partido. Inglaterra no desiste, busca el gol con todo lo que tiene (la última, de Palmer), pero su dedicación exclusiva choca contra una ceguera que de momento lo nubla.