TIENE Sánchez una especial devoción a afrentar a las víctimas. Sea por falta de escrúpulos, por un egocentrismo en que no cabe empatía, o porque su agenda es autócrata, el presidente no repara en el daño que ocasiona a ciudadanos que merecen especial atención por ser damnificados de sucesos que piden una reparación desde lo público. Ahí están las víctimas de ETA, que sienten el ultraje de un Gobierno, asociado a los herederos políticos de sus agresores, de los asesinos, a los que les conceden beneficios. Ahí están los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que defendieron el orden constitucional en Cataluña, que sufriendo las agresiones de los sediciosos y que han sido ahora humillados con...
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