La noche se viste de sombras y luces mientras el escenario de Amón Solar, en San José, se prepara para recibir a Soft Kill. Esta banda, difícil de encasillar, representa todo lo que el estilo alternativo puede ofrecer: una mezcla de rock, shoegaze y punk, envuelta en una estética underground que cautiva desde el primer vistazo.
El look de sus integrantes, con su aire punk pero cuidadosamente pensado, se alinea perfectamente con su música, una combinación de himnos coreables y temas desoladores que exploran los rincones más oscuros del alma.
Así, Costa Rica presenció el 22 de junio una noche más de una escena que, si bien pareciera de nicho, sigue creciendo y dando poderosos conciertos a los cuales un nutrido grupo de melómanos siempre está dispuesto a sudar y corear.
La noche no solo destacó por la potente actuación de Soft Kill, sino también por el emocionante abrebocas que ofrecieron las bandas locales Wise-Up y Adiós Cometa. Wise-Up, con su estilo explosivo de hardcore, calentó el escenario con su energía contagiosa, mientras que Adiós Cometa brilló con su frescura y creatividad, recién estrenando su primer álbum oficial Nuestras Manos son Incendios. Ambas bandas demostraron su influencia y deseo de explorar la música más allá de las fórmulas convencionales de guitarras, mostrando una vibrante escena musical nacional.
Cuando Soft Kill llegó a tarima, los gritos no cesaron. Los músicos de Portland tienen una gran presencia que se nota incluso antes de tocar el primer acorde.
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Su maestría instrumental la mostraron durante la hora y media de concierto, teniendo momentos mágicos como la interpretación de Pretty Face. La multitud, una mezcla heterogénea de fans leales y curiosos, se une en un coro que resuena como un himno. La energía es palpable, con cada acorde de guitarra y cada golpe de batería marcando el ritmo de un viaje emocional profundo. La voz de Tobias Sinclair, con su tono melancólico pero poderoso, guía a los asistentes a través de las letras cargadas de significado. Además se nota que siente las letras con su corazón. Suele cerrar sus ojos y golpear su pecho mientras canta.
A medida que el set avanza, Soft Kill despliega su repertorio, y la atmósfera se vuelve más introspectiva. Wake Up emerge como un grito desgarrador contra la soledad y la ansiedad. Las luces del escenario, en tonos fríos y oscuros, complementan la sensación de desolación que emana de la música. Sin embargo, incluso en estos momentos de tristeza, hay una chispa de esperanza, un halo luminoso que brilla a través de la tormenta emocional.
La banda logra encapsular la esencia de esa frase tan común en Estados Unidos: “Sad songs make me feel better.” Cada canción, ya sea un encuentro con la muerte o una reflexión sobre la soledad, está impregnada de una autenticidad que resuena profundamente con el público. La conexión es tangible, y se siente como si cada nota y cada palabra fueran un consuelo compartido, una catarsis colectiva.
El concierto culmina en una explosión de emociones, pasando por temas esperados como Whirl, Trouble, Englewood, entre muchas otras. Soft Kill, con su estilo alternativo inconfundible, ha llevado a todos en un viaje a través de las emociones humanas más crudas y auténticas. Por supuesto, el mosh no faltó y la gente bailó y se sacudió con las canciones más punk de la agrupación.
Al salir de Amón Solar, los asistentes se llevaron consigo no solo el eco de las canciones, sino también un sentimiento de haber experimentado algo profundamente personal y universal al mismo tiempo.
En definitiva, Soft Kill no solo se reduce a una banda; su show es una experiencia que encapsula la lucha, la tristeza y la belleza de ser humano. Y en esa noche, todos fuimos parte de ese viaje, encontrando en la música un reflejo de nuestras propias batallas y victorias internas. Ojalá vengan más conciertos como este.