Hay que recordar siempre la casa de Vicente Aleixandre, en la calle Velintonia , en Madrid, porque esa casa es una causa de todos, y hay que recordar al propio Aleixandre, un Nobel a veces traspapelado, que inaugura siempre una lectura soleada, o crepuscular a veces, pero siempre pendiente, siempre cósmica, siempre nutricia. Hablar de Aleixandre es un redescubrimiento a contramoda, y una justicia resucitada , y un domicilio de la eternidad . Ahora toca hablar con énfasis de su casa, porque al fin parece que la Administración he entendido que el sitio es la sede la Generación del 27, entre otras cosas, y es tan importante el contenido cultural que la carcasa de construcción propiamente dicha. Tan importante, o...
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