Érase una vez un cuarteto gastronómico que cambió la cuchara sopera por el cuchillo jamonero, convirtió en infierno la vida entre fogones y el baño María en baño de sangre. Todo ocurrió una desgraciada mañana de junio, cuando un grupo de vencejos se estrelló contra una tienda de cristal de Baccarat y el Ejecutivo Nacional ordenó el cierre de todas las piscinas para evitar el despilfarro de agua en verano. Fueron días de miseria y estropicio. No contento con semejantes desgracias, el destino hizo llover insecticida sobre la cosecha de tomate rosa aragonés, un eclipse de sol oscureció el ánimo de los barquilleros de la Plaza Mayor de Madrid, una epidemia de langostas acabó con los campos de Lavanda de...
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