La primera vez que compré una casa en el casco de Córdoba hubo amigos que me llamaron inconsciente . San Francisco , que era donde estaba, era un punto de distribución de cocaína veinticuatro siete, como dicen los modernos, por el cierre por obras de la zona del Arqueológico. Una parte de los peatones de estas calles bajaban a pillar porque turistas igual no había, pero camellos teníamos para regalar. Existe un elogio de lo que nunca se vivió . Ese casco lleno de embrujo, de luces tenues y amaneceres rojizos era, en realidad, un jaleo de quinquis. No me hagan recordarles cómo era la Corredera de noche. En bares solamente estaba El Patri y algún antro que daba cobijo...
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