La semana pasada, la violinista ibicenca Lina Tur participó en el festival Espurnes Barroques interpretando, ahí es nada, las Sonatas del Rosario de Biber , un monumento del Barroco que requiere cambiar a cada momento la afinación del instrumento: de ahí que necesitara cuatro violines diferentes para tocarlas todas. De los pequeños pueblos del centro de Cataluña, se fue a Alemania, en una serie de desplazamientos que acumularon quince horas de retraso. Está tentada de considerar este como el peor viaje de su vida, pero lo descarta: «Si digo lo que pienso de los trenes alemanes, me echan del país». Así que cambiamos las peripecias de vuelos y ferrocarriles por un medio de transporte más humilde: el metro . De entrada, parece un trueque decepcionante, pero es que resulta que estamos hablando del metro de Nueva York, y del año 2012, en pleno huracán Sandy. La cosa se pone interesante. «Estaba ahí dando algunos conciertos con el clavecinista Kenneth Weiss, con obras de Bach, Biber i Élisabeth Jacquet de la Guerre». A causa del huracán, el metro había sido cerrado: «Durante algunos días, cruzaba el puente de Brookly n en bicicleta o andando«, hasta que por fin vio que habían vuelto a abrirlo, de modo que »lo cogí para llegar antes«. El caso es que nada más ponerse en marcha, cuando atravesaba el primer túnel, el convoy se quedó parado. «A mí volar no me importa, pero estar bajo tierra no me gusta nada, pero nada, y estábamos debajo del río Hudson «, aclara. Intentó mantener la calma. »Delante tenía un señor idéntico a Kojak, todo vestido de negro y con gafas oscuras«, que aparentaba estar tranquilo. Como ella no entendía nada de lo que iban diciendo por megafonía, le preguntó al hombre si pasaba algo grave: »Me dijo que no, que no pasaba nada«. Al cabo de un rato, la expresión del hombre de negro ya no era tan serena: «Le vuelvo a preguntar si todo va bien y me responde: »'Welcome to New York'«, bienvenida a Nueva York «. Eso no la consoló demasiado, »ya tenía la respiración un poco agitada y la garganta como que me picaba un poco«. De repente, escena de película: empieza a pasar gente corriendo desde la parte final del tren hacia la parte delantera, todos con chalecos reflectantes. »El Kojak estaba con un careto... Yo ya me hacía la idea de quedarme ahí. Y de repente, por megafonía –eso sí que lo entendí– empiezan a decir «'Don't panic'» . Que no cunda el pánico, el mejor grito que se puede dar para causar pavor en un túnel: «Ahí 'paniqueé' que no veas», se ríe la violinista. «No me había dado ningún ataque de ansiedad pero recordaba haber escuchado que va bien levantar los brazos, y ya me ves ahí levantando los brazos, respirando hondo, muerta de miedo y los tíos corriendo para un lado y para el otro. No sé si fueron 15 minutos o 30, pero fueron eternos «. Cuando por fin el metro se puso en marcha y llegó a la siguiente estación, salió corriendo. »En cuanto tuve cobertura empecé a escribir a todos mis seres queridos «Os quiero mucho, os quiero mucho»«. Acto seguido, se metió en una zapatería y se compró dos pares de zapatos: »Unos todavía los tengo«. Salvada del huracán, Lina Tur ha seguido con una carrera que la ha consolidado como una de nuestras intérpretes más internacionales, especialmente en el ámbito de la música antigua. Ha sido primera violinista de los conjuntos de Jordi Savall , ha pisado los escenarios más importantes y en los últimos años ha ido grabando discos con algunas de las grandes obras de la historia para su instrumento: las mencionadas sonatas de Biber, los conciertos de Bach y varios conciertos y sonatas de Vivaldi. Era cuestión de tiempo que nos regalara su versión de 'Las Cuatro Estaciones' de Vivaldi, y ha querido hacerlo juntándolas en un mismo disco con las 'Las cuatro estaciones porteñas' de Astor Piazzolla . Del Barroco al siglo XX a ritmo de tango, con un huracán de energía que deriva de la forma en que ella y su grupo, Musica Alchemika, afrontaron la grabación: «Fue casi como una 'jam session'». Todos los músicos aportaron su visión, desde el virtuosismo y el rigor, pero «con mucha libertad, algo de improvisación incluso». «Son todos músicos muy buenos y muy serios, y sacaron una parte gamberra que lo importante es que nos salió del corazón», asegura la intérprete.