París. Rusia sigue consiguiendo bienes occidentales sujetos al embargo aplicado hace dos años por las potencias occidentales con la ayuda de empresarios astutos.
La semana pasada, Estados Unidos presentó nuevas sanciones que “afectan a las vías que le quedan (a Rusia) para obtener materiales y equipos (... incluyendo) suministros esenciales procedentes de terceros países”, declaró la secretaria del Tesoro, Janet Yellen.
Pero podría no ser suficiente.
Rusia fue objeto de una primera oleada de sanciones tras su anexión de la península ucraniana de Crimea en 2014. Ocho años después, los occidentales las reforzaron cuando invadió el resto de Ucrania en febrero de 2022.
Pero la economía rusa resistió, creciendo un 5,4% en el primer trimestre de este año, impulsada por las transacciones con Asia y Oriente Medio.
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Algunos empresarios se defienden afirmando que no siempre pueden controlar dónde acaban sus productos.
“Nuestros abogados nos aconsejan que todos los clientes firmen un documento que garantice que no revenderán nuestros productos a Rusia, Bielorrusia e Irán”, comentó un directivo de un fabricante europeo de maquinaria de precisión.
Pero eso no es suficiente, explicó Claire Lavarde, abogada del bufete internacional Bryan Cave Leighton Paisner: “Uno puede controlar la primera reexportación, pero no la décima”.
Pese a los controles a la exportación, Rusia “continúa siendo capaz de importar grandes cantidades de bienes que necesita para su producción militar”, según un informe publicado en enero por la Kyiv School of Economics y el grupo Yermak-McFaul.
Las importaciones rusas de “mercancías para el campo de batalla” y de “componentes críticos” tocaron mínimos tras la invasión, pero se recuperaron en la segunda mitad de 2022, “pues Rusia logró adaptar las cadenas de suministro”, según el informe.
Así, las importaciones de mercancías para el campo de batalla representaron $932 millones entre enero y octubre de 2023, solo un 10% menos que antes de las sanciones.
Eric Dor, director de estudios económicos de la IESEG School of Management, señala que las exportaciones de la UE a Rusia de 50 “artículos de alta prioridad”, como semiconductores y circuitos integrados, cayeron un 95% entre octubre de 2022 y septiembre de 2023, en comparación con el mismo periodo de 2020-2021.
Sin embargo, las exportaciones europeas de esos productos a Emiratos Árabes, Turquía y exrepúblicas soviéticas se dispararon. Como ejemplo, las importaciones de Kazajistán se triplicaron, las de Armenia se cuadruplicaron y las de Kirguistán se multiplicaron por 18.
“Es demasiado sistemático”, dijo Dor a esta agencia. Esos bienes están siendo “claramente” reexportados a Rusia.
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Cyril Buyanovsky, un empresario de Kansas de 60 años, se declaró culpable en diciembre de 2023 por su papel en un “plan de larga duración para traficar equipos electrónicos para aviación a Rusia desde Estados Unidos”, dijo el ayudante del fiscal general Matthew Olsen.
Buyanovsky y otros infractores enviaban bienes a Rusia a través de compañías intermediarias en Armenia, Chipre y Emiratos, según las autoridades estadounidenses. Y el dinero de los rusos les llegaba a través de cuentas bancarias en países como Armenia, Kazajistán, Kirguistán o Chipre.
En Francia, las autoridades aduaneras allanaron en mayo una empresa de la región de París que, según el Ministerio de Economía, estaba “especializada en las exportaciones ilegales de bienes a Rusia”, valorados en decenas de millones de euros.
La Oficina de Sanciones Financieras del Reino Unido triplicó su plantilla desde que Rusia inició su invasión de Ucrania.
En Suecia, el Ministerio de Relaciones Exteriores afirmó que la Comisión Europea le advirtió que empresas importantes “podrían haber esquivado las sanciones a través de terceros países, subsidiarias, subcontratistas u otros actores”.
Tanto el gigante de las telecomunicaciones Ericsson como el fabricante de automóviles Volvo Group afirmaron que si cualquier bien producido por ellos terminaba en Rusia, este debía haber sido exportado a través de “otras partes”.
No todas las empresas occidentales cumplen las reglas y algunas incluso abren plantas en terceros países para poder exportar a Rusia, indicó un abogado europeo que pidió permanecer en el anonimato.
La IESEG afirmó que Rusia es sospechosa de reutilizar componentes electrónicos de lavadoras y lavavajillas. La UE, por ejemplo, quintuplicó las exportaciones de lavadoras a Kazajistán desde 2021.