Un video publicado en redes sociales, en febrero pasado, motivó a Luis Diego Barrantes a salir al rescate de un perro que fue agredido por su dueño con un palo de madera luego de que, al parecer, el animalito defecara en la terraza de una casa.
En las imágenes se observa a un hombre que sale dos veces a golpear a la mascota en el lomo, el cual se encuentra en un jardín. También se escucha al perro gemir de dolor.
En otro video publicado este lunes, Barrantes comentó que luego de observar la escena decidió tomar cartas en el asunto. Señaló que aunque las tomas eran de hace cuatro meses, vecinos afirmaron que el can recibía con frecuencia castigos de ese tipo.
Barrantes, un rescatista independiente de animales, añadió que el dueño del perro accedió en forma voluntaria a firmar un documento en el que cedía la custodia. Dijo que el animal sería llevado a una veterinaria para valoración y que se buscará un nuevo hogar para él.
El joven aprovechó para agradecer a una organización de rescatistas y a la Fuerza Pública por colaborar en la acción.
Esta no es la primera vez que se documenta el maltrato a un animal. En octubre de 2022, un hombre fue condenado a dos años de cárcel por matar a un gato, arrojándolo desde casi 28 metros de altura en un condominio en Curridabat, en noviembre de 2019.
Responsable de lanzar a gato desde sexto piso recibe dos años de prisión
En el caso del dueño del perro, aunque no le quitó la vida, quedó registrado el acto de agresión.
En Costa Rica existe la Ley de Bienestar de los Animales, la cual condena los actos que atenten contra los animales. El artículo 3 de dicha ley establece que “por maltrato animal se entenderá toda conducta que cause lesiones injustificadas a un animal doméstico o domesticado”.
Además, la ley señala que en caso de maltrato animal, la persona responsable será sancionada con veinte a cincuenta días de multa, y si se le causa la muerte al animal, se impondrá una pena de prisión de tres meses a dos años.
Esteban Ruiz, psicólogo clínico y estudiante avanzado de Administración Policial y Prevención del Delito de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), explicó a La Nación que existen algunas razones por las cuales una persona puede desahogar su furia contra un animal.
“Las más comunes son por trastornos psicológicos, es decir, que una persona tenga rasgos antisociales de personalidad.
“Otras veces son personas que quieren redirigir una violencia doméstica, es decir, antes de agredir a un miembro de la familia, agreden al perro para hacer daño a la familia y denotar ‘lo capaz que soy de ser violento’. Otras veces son personas que están bajo los efectos de alguna sustancia”, señaló Ruiz.
Agregó que en temas de violencia, los animales son los más afectados debido a que “no van a poner una denuncia o no se van a poder defender”.
La Nación consultó, la mañana de este martes, al Ministerio Público si existe una investigación en desarrollo sobre este caso; sin embargo, al cierre de esta nota no se obtuvo respuesta.
