Nuevas cartas autógrafas de la reina Isabel la Católica han visto la luz durante esta semana en Toledo. Adquiridas por la Diputación Provincial y editadas en facsímiles, su contenido todavía está pendiente de descifrarse, pero antes se han dado a conocer a la opinión pública por su innegable importancia a la hora de mostrar el carácter de esta monarca que se adelantó a su tiempo a la hora de confiar en la palabra escrita para comunicarse.
Las misivas han llegado hasta Toledo desde instituciones tan diversas como los archivos del Vaticano, el Archivo Ducal de Medinaceli, o el de la Corona de Aragón.
La archivera de la Diputación, Flor Martín Payo, destaca que en 2024 se cumplen 550 años de la proclamación de Isabel como reina de Castilla, que ocurrió en 1474. Los documentos, que ahora pasarán a manos especializadas para su análisis, son una manera más de recordar el papel de esta mujer que escribía muchas veces sin tener necesidad de contar con un escriba. Y eso, en aquel tiempo y entre las mujeres, no era ni mucho menos habitual.
“Isabel y las cartas son un binomio. Hay toda una afición detrás y ella muchas veces comunicaba directamente sus noticias sin necesidad de un secretario, algo muy avanzado para una mujer de aquel tiempo. Confiaba en la cultura como una vía de superación en la sociedad y en la capacidad emocional de la palabra escrita para transmitir mensajes y sentimientos”, describe María Lara, doctora y profesora de Historia Moderna, autora del libro 'Juana I, la Reina Cuerda' (Almuzara, 2023).
Muchas de las misivas son inéditas e incluso en aquellas en las que la reina utilizó un escriba pueden apreciarse notas añadidas de su puño y letra en las que puede apreciarse la evolución de la reina, a nivel político. En las primeras, firmaba 'Yo, la Prinçesa', pasando luego a 'Yo, la Prinçesa y Reyna', finalmente, 'Yo, la Reyna', después del 13 de diciembre de 1474.
Una de las cartas que conserva el Archivo Provincial de Toledo está fechada en 1481 y fue dirigida al corregidor de la ciudad – hoy este cargo es el de alcalde–, comunicándole la ampliación de la licencia para acudir a la Corte, y también contiene seis líneas manuscritas por la propia reina.
En este archivo se puede visitar, de forma permanente, otra carta original de la reina fechada el 30 de septiembre de 1494 y dirigida al Cabildo de la catedral de Toledo. En la misiva se nombra a un canónigo para que represente al Cabildo en todo lo referido a la sepultura del cardenal Pedro González de Mendoza, que está enterrado en el presbiterio de la catedral Primada.
La firma de la reina Isabel da un “impulso” a las palabras que querían expresar sus misivas. Así lo señala la archivera provincial y en ello coinciden también las doctoras en Historia María y Laura Lara, que llevan décadas investigando la vida de los 'Reyes Católicos'. “Generalmente, las cartas de Isabel las escribía un secretario, pero ella solía poner apostillas o comentarios finales. Del estudio paleográfico de la letra de Isabel la Católica podemos sacar varias cosas en claro: que tenía bastante práctica en escribir, con una letra difícil de entender porque escribía rápido y casi sin levantar la pluma de la superficie”, señala Laura Lara, doctora en Historia y profesora de Historia de la Educación.
Entre las cartas más antiguas que se encuentran en Toledo, hay una fechada en 1468, año en la que Isabel fue reconocida como princesa de Asturias y declarada heredera legítima al trono de Castilla. En ella, ya firmaba como 'Yo, Prinçesa'.
La archivera toledana, Flor Martín, explica que la reina tuvo una “gran relación” con Toledo que se ve especialmente plasmada en lo que tiene que ver con el cardenal Mendoza. La reina fue albacea del testamento del 'Gran Cardenal'. Fue precisamente en este testamento en el que el cardenal expresó su voluntad de construir un hospital en el que atendieran a niños expósitos necesitados. Un hospital convertido hoy en el Museo de Santa Cruz.
María Lara, doctora y autora experta en Juana I, “mal llamada la loca”, explica que Isabel era una mujer “muy interesada por la cultura, las artes y las letras. ”El empoderamiento al que llega, no parte solo de las armas, sino también de las letras y de la cultura escrita. Su letra se conserva en cartas, en archivos públicos y privados“.
Explica que su escritura también muestra que era una mujer “con mucha confianza en sí misma”. “Tanto ella como sus hijas, son mujeres muy interesadas en la cultura”, explica la historiadora. De hecho, resalta que todos los hijos de la reina, ya fuesen chicos o chicas, recibieron formación en varios aspectos, incluso cuando la Corte era itinerante e incluso durante las épocas de guerra.
“Isabel la Católica quiso tener una Corte llena de mujeres sabias, a través de la escuela 'puellae doctae', de las niñas sabias”, resalta la investigadora. “Ella vivió en un mundo cambiante, que ya estaba pasando a la Edad Moderna y pudo ver ese cambio. Su letra en las distintas misivas que envió mostraban su autoridad, en las cartas políticas, y su cercanía en las de carácter más personal”, señala.
Finalmente, Lara explica que en el matrimonio entre Fernando e Isabel, era más bien Fernando el que esperaba las cartas de su mujer con nostalgia e impaciencia. “Es una anécdota que contamos en nuestro libro 'Mentiras de la Historia de España’ (Espasa, 2022). En primicia, contamos que los celos los tenía Fernando de Isabel y eso que ella no tuvo ningún escarceo ni infidelidad, todo lo contrario que Fernando. Pero en las campañas militares, Fernando esperaba con ansiedad las cartas de Isabel, y si no llegaban se ponía triste y melancólico”, explican las expertas hermanas. Un símil que equiparan a esperar un mensaje en el móvil, en nuestros días.
Flor Martín, archivera de la Diputación de Toledo, aprovecha para reivindicar que los archivos no solo son la memoria de las instituciones que los acogen, sino que también son garantes de los derechos de la ciudadanía. “No podemos olvidarlo”, resalta.