Quizás sea exagerado decir que en Madrid un salmón podría cruzar la capital saltando de piscina en piscina. Pero un bañista sí podría atravesar ciertas zonas de la ciudad pasando de una piscina de una comunidad de vecinos a otra sin secarse por el camino. Sobre todo en la zona norte, pero también por los barrios de Ciudad Lineal, el Ensanche de Vallecas, el barrio de los Metales o el entorno de La Peseta, en Carabanchel.
Todos estos lugares acumulan la mayoría de las 2.761 piscinas comunitarias que tiene catalogadas el Ayuntamiento de Madrid. Un mapa desigual que permite ser consciente de un vistazo qué zonas de la capital tienen mejor cubierta la posibilidad de refrescarse cuando aprieta el calor como estos días, en los que la Agencia Estatal de Meteorología ha puesto la región en alerta por temperaturas de hasta 37ºC.
El mapa es muy desigual si se mira por distritos, más aún si se va al detalle de los barrios. Según los datos municipales, las zonas con mayor número de piscinas son Ciudad Lineal (402), Fuencarral - El Pardo (400), Chamartín (272) y Hortaleza (247). En el otro extremo se encuentran los distritos con menos piscinas: Centro (solo 11), Chamberí y Puente de Vallecas (31), Moratalaz (40) y Salamanca (43).
Aunque la distribución es desigual, sí que se aprecian claras diferencias entre noroeste y sur y entre el centro y la periferia:
Al bajar al detalle de los barrios, vemos mejor dónde las construcciones de viviendas cerradas con piscina comunitaria se han extendido más. En Valdefuentes (Hortaleza) es el modelo urbanístico predominante, y va a más. Esta zona abarca todo Valdebebas, con una parte en construcción, pero también Sanchinarro, Las Cárcavas y El Encinar de los Reyes. Le siguen muy de cerca el barrio de Nueva España (Chamartín) y Mirasierra (Fuencarral).
Muchos de estos barrios poblados de piscinas coinciden con el cinturón naranja de Madrid, una interpretación electoral del urbanismo que se acuñó en 2019 por resultar Ciudadanos el partido más votado durante las elecciones locales y regionales de aquel año. ¿Vivir en un PAU condiciona la ideología de sus habitantes?
Esta premisa es una de las principales que maneja el libro La España de las piscinas (editorial Arpa, 2021) en el que el escritor y periodista Jorge Dioni analiza cómo este tipo de construcciones con vasos de agua comunitarios ha ido transformando la ideología de sus habitantes y el mapa político en cada cita electoral, generando respuestas más conservadoras en la mayoría de los casos de la geografía española, aunque no siempre.
“Hasta los ochenta, tener un chalet con jardín y piscina implicaba un nivel de renta (...) en el siglo XXI no es algo tan exclusivo, podemos hablar de una fuga generacional, una fuga EGB”, explica Dioni en su libro al hablar del perfil de los habitantes de las urbas, que se han llenado en las dos últimas décadas. “Sin embargo, sí ofrece el simulacro de ascenso social y la ilusión de riqueza. Y, posteriormente, el miedo a perderla”, añade sobre el debate ideológico asociado al chapoteo.
Según la normativa municipal, los titulares de las piscinas de uso público han de comunicar al Ayuntamiento que su instalación reúne las condiciones necesarias para su correcto funcionamiento. El consistorio recopila en un registro esa información, que es el que ha consultado Somos Madrid para elaborar los datos de este reportaje. Actualmente el total es de 2.761 piscinas, aunque su número va en aumento porque todos los nuevos desarrollos están creando urbanizaciones con espacios acuáticos.
En este listado se incluyen los vasos de las comunidades de vecinos, pero no las de carácter privado e individual. Este mapa reúne solo las primeras:
La distribución de estos vasos privados hay que contraponerla con las que acaban de abrir diferentes administraciones públicas en la capital, a las que acuden en masa los madrileños sin acceso a una piscina privada en su comunidad o en la de alguno de sus amigos. En concreto, la treintena de piscinas de verano que puso en marcha, entre otros, el Ayuntamiento de Madrid desde el día de San Isidro, así como las cubiertas que, como novedad, ha abierto en distritos donde las obras de reforma mantienen clausurados algunos recintos deportivos. La Comunidad de Madrid o la Universidad Complutense aportan algunos espacios acuáticos más a este listado.
Un análisis de la distribución de las piscinas madrileñas con más demanda de entradas permite ver cómo coinciden en muchos casos con zonas en las que apenas existen urbanizaciones con espacios refrescantes.
Por ello, el cierre de algunos de estos espacios por obras durante el verano resultan más problemáticos que otros. Es lo que ha ocurrido este 2024, por ejemplo, con el Centro Deportivo de Peñuelas, en Arganzuela. Uno de los que da servicio en la zona y también a distritos del interior como Centro o Chamberí, que solo reúnen 42 piscinas comunitarias para sus más de 300.000 habitantes. El anuncio por parte del Ayuntamiento de que cerraban en estío por reforma fue contestado por sus vecinos con quejas generalizadas y hasta una manifestación. “¿Se imaginan que Salamanca o Badajoz no tuvieran piscina pública? El mismo número de personas se va a quedar sin acceso a ella en Arganzuela”, denunciaban en la convocatoria.