Esta semana, el gobierno de Javier Milei comenzó a repartir los alimentos que tenía retenidos, pero el escándalo de los comedores lejos de aplacarse, suma ribetes sociales, políticos y judiciales. El tema involucra uno de los asuntos más sensibles del país: el hambre.
El Ministerio de Capital Humano, a cargo de la amiga presidencial Sandra Petovello, no sólo dejó de enviar comida a muchos comedores que vienen reclamando ayuda hace meses, sino que además recortó un 14% el gasto destinado a políticas alimentarias en un contexto en el que el Observatorio de la Deuda Social de la UCA advierte que la pobreza llega al 55%.
El despido con denuncia incluida del secretario de la Niñez, Pablo de la Torre, abrió el capítulo de las denuncias de corrupción que ahora se extiende como mancha venenosa en diferentes áreas del Gobierno. Las sospechas por supuesta corrupción en contrataciones en Capital Humano no sólo abarcarían el área de Desarrollo Social, sino también Educación y Trabajo.
No hay plata, pero narrativa sobra
¿Hasta qué punto hubo error y torpeza en la distribución de alimentos y hasta qué punto es una política de este gobierno?, ¿hasta qué punto el Gobierno se autogeneró un daño mayor por la forma en que manejó el escándalo?, y ¿hasta qué punto este escándalo ha afectado la popularidad del Presidente?
Algunas respuestas pueden encontrarse en las declaraciones públicas del Gobierno. El propio Presidente Milei y la mayoría de sus ministros han celebrado la batalla que eligieron librar para eliminar a las organizaciones sociales como intermediarias, metiendo a todas en la misma bolsa y sin hacer distinciones en situaciones puntuales que deben ser investigadas y corregidas. Milei piensa que "si la gente no llegara a fin de mes ya se hubiera muerto" y que "si la gente se está muriendo, antes de morirse, algo van a hacer. No tiene por qué haber ninguna intervención".
Días antes de salir eyectado del Gobierno, el exjefe de Gabinete, Nicolás Posse, describió a las organizaciones sociales como "un sistema de esclavitud moderno" y "tremendamente autoritario". Es decir, más que torpeza, pareciera una política confirmada por ellos mismos. Además, algunos sostienen en privado que Pablo de la Torre avisó que había alimentos retenidos y que recibió la orden de no repartir.
Esta semana, el dirigente social de Juntos por el Cambio, Héctor 'Toty' Flores, se refirió al escándalo de los comedores y dijo: "Es muy parecido a la foto de mi querida Fabiola. En la gente pegó muy fuerte".
Consultado por El Cronista, Juan Negri, director de las Carreras Ciencia Política y Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, afirmó que es la segunda vez que el Gobierno deja de manejar la agenda pública y se ve obligado a responder. La primera vez fue tras la masiva marcha universitaria contra los recortes. "Hay una ministra saturada, sin experiencia en el desarrollo social y, encima, al haber fusionado ministerios bajo su órbita en Capital Humano, sobrecargaron a una cúpula inexperta y sin cuadros con toda la burocracia ministerial. Además, al reaccionar como reaccionó con el despido de Pablo de la Torre, le agregó más dramatismo al asunto", analiza Negri.
El desafío del hambre en la Argentina de Milei
Para el politólogo, esto no significa que se haya acabado su luna de miel. "La marcha universitaria también los afectó pero no perdieron popularidad. Pero hoy tienen a todos los medios señalando el escándalo y puede llegar a influir en su imagen porque, encima, el tema es muy sensible. Creo que la respuesta de hasta qué punto esto los va a afectar de verdad depende de su celeridad".
Según el director de la consultora Isonomía, Rodrigo Martínez, tras el escándalo de los comedores es necesario considerar dos aspectos clave. Por un lado, la capacidad de gestión pública y las limitaciones políticas actuales. Por otro, la narrativa que el Gobierno construyó en campaña y continúa sosteniendo sobre la eliminación de privilegios. "El Gobierno argumenta que lo que históricamente hizo el Estado puede realizarse mejor con una participación mínima o inexistente del mismo. El escándalo de los comedores pone en jaque esta hipótesis. Además, Milei gobierna la Argentina sin tener en cuenta su propio discurso, interpelando a los argentinos de manera indirecta en su confrontación con la casta. Este gobierno carece de una estrategia comunicacional efectiva para abordar las necesidades personales de los ciudadanos, y este conflicto refuerza esa incapacidad", afirma Martínez.
"No la ven": la clase media vs. la política de Milei
Ana Natalucci, investigadora del Conicet Idaes/Unsam, agrega otro punto de vista: "En el contexto de un 55% de pobreza, que el Gobierno desde el 10 de diciembre no provea de alimentos a los miles de comedores que funcionan en el país es de una crueldad enorme. Suponiendo que hubiera comedores que estaban registrados y no existían, o que hay ciertas discrecionalidades, de todas maneras sigue siendo responsabilidad del Gobierno controlar. Y lo que sucedió en estos meses es que el Gobierno bajó dinero a las iglesias evangélicas y a sectores vinculados al Opus Dei y al resto no. Si bien es cierto que los datos de pobreza en el gobierno de Alberto Fernández eran malos, también es cierto que en estos meses empeoró. Aquí el gran cambio es un gobierno que no piensa intervenir por lo menos en esa dimensión, porque en otros aspectos de la economía sí interviene".
En definitiva, el escándalo de los comedores se ha convertido en una prueba de fuego para el gobierno de Milei. La rapidez y eficacia con la que manejen esta crisis no sólo afectará su imagen pública, sino que también definirá la capacidad de su administración para enfrentar uno de los desafíos más urgentes y sensibles de la Argentina.