La respuesta de Pedro Sánchez a la decisión del juez Peinado en plena víspera de una cita electoral fue primero una carta y luego una foto. La instantánea tuvo lugar este miércoles en Benalmádena, cuando el presidente del Gobierno apareció en el mitin del PSOE de la mano de su pareja, Begoña Gómez, citada a declarar como imputada el próximo 5 de julio en mitad de una estrambótica instrucción que el magistrado decidió apuntalar en plena campaña electoral.
“Os agradecemos el apoyo de corazón Begoña y yo”, arrancó el líder de los socialistas ante un auditorio especialmente animoso y agitado tras las últimas novedades judiciales. Durante su intervención, Sánchez volvió a clamar contra “las máquinas del fango” y las “guerras sucias” que intentan “derrocar al gobierno progresista”.
“Hay un hilo, un nexo de unión entre Abascal, Feijóo, ahora el Alvise, Hazte Oír, Manos Limpias y todo el resto de máquina del fango. Y sabemos cuál es su único propósito: derrotar y derrocar al gobierno que sube el SMI al tiempo que se crea empleo estable, al gobierno que revaloriza las pensiones mientras llena la hucha de las pensiones, a un gobierno feminista”, señaló.
Y en ese punto el líder de los socialistas dibujó la línea que perfila la dicotomía en la que se refugia el PSOE para aguantar el envite de las derechas en la recta final de la campaña. Todo un plebiscito entre el bien y el mal, entre el orden y la amenaza “de la internacional ultradrechista”: “O se está con Milei, con Abascal, con Netanyahu, con Aznar y con Feijóo o se esta del lado bueno de la historia que es donde está la socialdemocracia en España y en Europa”, sostuvo.
En realidad, el PSOE asiste a las maniobras del juez Peinado como la punta de lanza de la ofensiva de la derecha hacia Pedro Sánchez y su pareja en el último tramo de la campaña. Tras los últimos movimientos del magistrado, que ha irrumpido en las vísperas electorales con su maniobra, los socialistas están convencidos de que el titular del juzgado número 41 se ha pasado tanto de frenada que hasta puede convertir el caso en baza para sus propios intereses.
“Es burdo, y a mi juicio se volverá en contra de quienes piensan que esto es el centro de la atención de los ciudadanos”, dijo este miércoles Teresa Ribera en una entrevista en la Cadena Ser en la que aprovechó para hacer un llamamiento. “A un estado de ánimo se responde con votos. Lo que estamos viendo, el ataque, el mensaje de la ciudadanía progresista que se rebela contra esta falta de aceptación del resultado electoral se responde en las urnas”, planteó Ribera.
La idea es la misma que esgrimió el propio presidente del Gobierno en la carta que publicó tras la citación como imputada de su pareja el martes. “Dado que tratan de interferir en el resultado electoral del próximo día 9 de junio, ojalá sus promotores [el Sr. Feijóo y el Sr. Abascal], encuentren la respuesta que merecen en las urnas: condena y rechazo a sus malas artes”, expresó Pedro Sánchez en su misiva.
En el mitin de este miércoles en Benalmádena, y junto a Begoña Gómez, lo dijo aún más claro: “Pido a toda la gente de izquierdas, a toda la gente progresista, que vaya en masa a votar al Partido Socialista para que ganen la política sana y los avances sociales y salgan derrotados la política sucia y los recortes de esa internacional ultraderechista”.
El mensaje, que incluye una nítida respuesta a la actuación del juez que se describe como mera correa de transmisión de las estrategias del PP y de Vox, es además una interpelación directa a la reacción del electorado progresista en masa. Y por ahí pasa la estrategia política de la calle Ferraz para afrontar las últimas curvas en la carrera hacia las europeas: convertir en oportunidad política una situación de aparente vulnerabilidad. Justo la especialidad de Pedro Sánchez.
El discurso tiene que ver con aprovechar la ofensiva de la derecha por tierra, mar y aire para lanzar algo parecido a una OPA electoral a su izquierda. Y convertir de esta forma la cita con las urnas en un plebiscito sobre las reglas del juego democrático. Una estrategia que busca interpelar al conjunto del electorado progresista que piense que la figura del presidente y su entorno familiar están siendo objeto de una ofensiva que solo busca hacer caer al Gobierno de coalición. Y por eso el planteamiento, explican desde el propio Ejecutivo, trasciende a los votantes de unas siglas para convertirse en un reclamo al conjunto de electores que en su día respaldaron a las fuerzas progresistas que hicieron posible la investidura.
Una estrategia que sus socios de coalición ven como una afrenta. Si ante la cita electoral de las generales el pacto tácito del PSOE y Sumar fue el de “cuidar” la coalición y respetar los espacios políticos propios, en esta batalla a cara de perro entre Pedro Sánchez y la derecha y en plena ofensiva judicial a su pareja las reglas no escritas han saltado por los aires.
Los de Yolanda Díaz son conscientes del movimiento y de las dificultades que están teniendo desde el comienzo de la legislatura para rentabilizar electoralmente las medidas que aprueba el Gobierno y que inicialmente pusieron ellos en el acuerdo de coalición. Ya había pasado en los años anteriores con la subida del salario mínimo internacional o la reforma laboral. Y por eso, después de una serie de elecciones que no han ido bien para la coalición de izquierdas, desde hace semanas han cambiado la estrategia con respecto al socio de gobierno.
La campaña electoral ha coincidido con un giro en los discursos de Sumar hacia el PSOE. Si el 23J la consigna era defender el gobierno de coalición, en esta ocasión los de Yolanda Díaz tienen fácil marcar las diferencias con un partido que pacta medidas progresistas con ellos en España pero que a nivel europeo tiende a acordar con los conservadores medidas como el pacto migratorio o las nuevas reglas fiscales.
Con esta estrategia pretenden revertir los datos que nacen de las encuestas que apuntan a una importante transferencia de voto de Sumar al PSOE desde las generales a esta cita, fugas que también se producen hacia Podemos por la izquierda. Hace unos meses los sondeos situaban a Sumar en un 10% del voto que se ha ido reduciendo a una media del 6% en las últimas semanas.