A Huesca: Club, Ciudad y Provincia.
Las líneas que siguen van a tratar de plasmar lo que estar aquí ha supuesto para mi vida. Hablo de personas, vivencias, lugares y, por supuesto, fútbol. Difícil tarea.
En el plano meramente futbolístico, la obviedad reza que es necesario algo más que la fortuna para sacar adelante una temporada en 2ª División. El valor añadido de este equipo no ha sido otro que el grupo, un grupo de chavales dispuestos a sacrificar el individuo en pro del colectivo. Aunque suene a cliché, les aseguro que no lo es.
Las 20 porterías a 0 hablan por sí solas.
Agradezco del primero al último de mis compañeros por todos los momentos compartidos. Si con alguien quería saltar al césped de Cartagena a morir por la permanencia, era con ellos.
No me quiero olvidar del cuerpo técnico y el papel tan importante que ha jugado dotando al equipo de una personalidad.
En el plano individual, y sabiendo que hay mucha mejora por delante, esta ha sido la mejor temporada de mi carrera. Regresé a Huesca con el objetivo de mostrar el tipo de futbolista que soy y el cuentakilómetros me dice que lo he conseguido.
Después de 42 jornadas, la mitad o más en puestos de descenso, y todas menos la última luchando por no entrar, se puede decir que ha sido una temporada más que exigente a nivel mental; momentos de duda y mucha crítica y un cambio de entrenador se añaden a toda esta carga emocional. Muy bien lo expresaríais aquí con vuestro: “Jodo”.
No obstante, tal y como dice Julia Navarro “sólo se aprecia lo que cuesta conseguir.” Y tras muchas semanas de incertidumbre me invade el alivio de dejar a Huesca en el fútbol profesional, donde merece estar.
Pero el fútbol no es solo esto.
Una vez que te conviertes en futbolista asumes que no todo va de estadios, dinero, fotos y goles. Nuestra profesión también va de mudanzas y distintas ciudades, culturas muy diversas, nuevas aficiones y personas con las que relacionarte.
No me cabe duda de que desde el primer día que me acerqué a “la hoya” sentí una sintonía especial. No sé si procedente de encontrarme en otro reducto de la España desfavorecida, de la que yo procedo, o por la cercanía y relación existente con la CCAA de la que procede mi fútbol. El caso es, que lo sentí.
Hablo de mi día a día y lo feliz que he sido este año y medio. A ello han contribuido mis compañeros y sus maravillosas familias y parejas, e incluso perros, quien me lo iba a decir a mí. Barbacoas después de victoria con el chef menos esperado, cenas con vino después de derrota como panacea para la tristeza, tardes de Party Go y la pocha, las lentejas de Almudevar, meriendas de marujeo en el Granja Anita, excursiones a Zaragoza, la alegría de ver a compañeros ejerciendo de padres cuando sus hijos vienen al entrenamiento, los sarrios del Cotiello y los viajes a Canfranc y Formigal, entre otras muchas cosas.
No me olvido de la cercanía con Zaragoza, donde viven mi hermano y parte de amigos. Para alguien que se fue de casa con 13 años no es una tontería el poder tener tan cerca a la gente con la que ha crecido.
En año y medio he podido mimetizarme igualmente con la provincia y dar rienda suelta a mi reflexión y lectura. Para eso tenéis sitios de sobra: Vadiello, Río Alcanadre, Embalse de la Peña, Broto o la ermita de Santa Elena son alguno de los lugares que me han acompañado.
Mención aparte merecen todas esas personas que han encarnado en este periodo el FSSR.
A todos los que nos acompañáis en el día a día, en su mayoría oscenses y del Huesca, que sufrís por partida doble: servicio médico, utilleros, prensa y readaptación; solo os puedo decir que espero que mi “Buenos días, Maestros” quede en vuestro recuerdo, como vosotros lo haréis en el mío.
También a Maribel, sentada junto al banquillo, que trae un bizcocho cada domingo como muestra de apoyo. A Lucía, mi amiga, esa niña que me espera sin fallo después de cada partido sin importar el resultado y valorando el esfuerzo; tus abrazos han sido oro para mí. A mi capitán y su familia, poco más que decir. A la señora que sale en televisión todos los partidos que jugamos fuera de casa. A los chicos que convirtieron la esquina superior del Estadio de la Cerámica en un fortín oscense. Y a todos los que habéis comprendido que el reto era complicado y habéis valorado el esfuerzo de la plantilla.
No obstante, me gustaría decir que siento que en Huesca se le ha dado mucha normalidad a formar parte de esta categoría y no hay que perderle el respeto. Hay que valorar, y mucho, que se lo digan al CD Numancia de mi tierra, que una ciudad con esta población esté luchando en igualdad de condiciones con otras de mayor entidad. La situación que nos toca vivir ahora mismo dista mucho de la de hace 3 o 4 años y por momentos ha sido la plantilla el blanco de dicha frustración. Creo que es hora de aceptar nuestra nueva realidad y confiar en un proyecto que ya ha empezado a dar sus frutos sin casi empezar. Para ello es necesario recuperar por completo esa unión afición-plantilla plantilla-afición que tantos éxitos os ha dado.
Gracias también a mi familia y Elena por acompañarme en el camino y a Juan por estos 12 años compartidos.
Por todo esto y porque creo haber defendido esta camiseta, sin hacer ruido, con todo lo que tenía dentro, sentía que mi despedida merecía unas palabras.
Hasta pronto, Huesca: Club, Ciudad y Provincia.
Javi Martínez Calvo