'Sic parvis magna', 'la grandeza nace de pequeños comienzos'. Con acné, 16 años y un físico mucho más lánguido del que porta hoy el fornido astro, Luka Doncic dejó maravillada a la afición del Real Madrid, que rápidamente se enamoró con locura del base. Ha pasado casi una década desde que saltó por primera vez a la pista del WiZink Center y, aunque sea difícil de creer, ha cumplido con cada una las expectativas que le rodeaban. Tras arrasar en Europa y ganarlo todo con los blancos, emigró a la NBA en 2018, donde alcanzó el estatus de estrella en tiempo récord. Y esta noche, en su sexta temporada en la mejor liga de baloncesto del mundo, comenzará a subir las escaleras hasta el cielo. Debuta Doncic en las finales de la NBA ( 2:30 horas, Movistar Plus ) y lo hará contra los históricos Boston Celtics. Estaba predestinado a ello. Sus Dallas Mavericks no eran favoritos, acabaron la temporada regular como quintos de la Conferencia Oeste, pero cuando el balcánico vio una oportunidad, no hizo prisioneros. Así lo demuestran sus 28,8 puntos, 9,6 rebotes y 8,8 asistencias que ha promediado durante los playoffs, cifras que nadie ha alcanzado en la actual carrera por el título. También es el mejor en tiros de campo anotados, en triples y en tiros libres. Un jugador total que zarandeó sin piedad a Los Angeles Clippers, los Oklahoma City Thunder y los Minnesota Timberwolves, los cadáveres que ha ido dejando por el camino. Y aunque Doncic sea «uno de los nuestros», como dice Iturriaga, el balcánico es un villano en Estados Unidos. Solo podía tener un papel así un hombre con la majestuosa sangre de los Balcanes corriendo por sus venas y criado en el mayor templo del deporte mundial, el Real Madrid. No cae bien porque te gana, protesta, tiene una mirada asesina que intimidaría al mismísimo diablo y pasa facturas a todo aquel que intenta desestabilizarle. De hecho, durante el último partido contra los Timberwolves (la serie acabó 4-1), varios aficionados le acusaron de quejica. Cuando metió la canasta decisiva, se giró hacia ellos y les gritó: «¿Quién coño está llorando ahora?». No ha sido fácil el camino de los tejanos, que el año pasado firmaron una temporada desastrosa. Llevaban mucho tiempo buscando un escudero para Luka, el experimento con el letón Porzingis, hoy rival en los Celtics, fue fatal. Pero en febrero de 2023 llegó una oportunidad de mercado tan jugosa como peliaguda. Kyrie Irving, un superjugador convertido en caricatura, campeón con los Cavaliers en 2016, antivacunas en el apogeo del Covid y terraplanista se puso a tiro y Dallas se lanzó al vacío. Pero los primeros meses del base como un Maverick fueron de difícil digestión y el equipo se quedó fuera de los playoffs. Nada que ver con lo vivido este año, donde esloveno y estadounidense han mostrado una comunidad total. Kyrie descarga a Luka, la amenaza es doble y los rivales no tienen respuesta cuando ambos entran en ebullición. También ha ayudado la sacrificada y completa plantilla que la dirección deportiva les ha regalado. El pívot novato Dereck Lively hunde todo lo que Doncic le envía y Derrick Jones Júnior se ha destapado como un titular que cualquier aspirante querría en su bando. Además, las incorporaciones en el mercado invernal de Daniel Gafford y P. J. Washington han dotado al grupo de un carácter y músculo difíciles de doblegar. En el otro extremo del ring esperan los Celtics, equipo con más anillos de la NBA junto con los Lakers, 17 para cada uno. Los verdes no han gozado de la famosa suerte del irlandés en los últimos tiempos, pues no conquistan la liga desde 2008. Una larga travesía que estuvo a punto de acabar en 2022, pero terminaron sucumbiendo ante el último golpe sobre la mesa de la gran dinastía del siglo XXI, los Golden State Warriors, cuatro anillos y seis finales desde 2015. Son favoritos los de Boston, que en su camino hasta la final se han quitado de encima con mucha facilidad a Miami Heat (4-1), Cleveland Cavaliers (4-1) e Indiana Pacers (4-1). Cuentan con uno de los mejores jugadores de la NBA , Jason Tatum, y un fantástico secundario, Jaylen Brown, escolta tan capaz de decantar un partido con su talento como de dar charlas en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), uno de los centros con más prestigio de Estados Unidos. Holiday, White, Horford y el ya mencionado Porzingis completan un grupo temible. Pero será Doncic el rival, un hombre que se enfrenta a su destino. Y eso lo convierte en un jugador terriblemente peligroso.