El jueves pasado, ya en la medianoche, las 'swifties' bajaban por Goya como una procesión de brillibrilli y juventud al son de una música que ya no escuchaban pero aún recordaban: ¿y no es eso la fe, en alguna esquina del alma? Empecé a delirar con el humor, el destello de las lentejuelas, la leyenda de los pañales que por lo visto algunas se pusieron para no perder su sitio en primera fila y en un ataque de nostalgia de lo no vivido acabé invocando los gritos de Lorca aquel día de 1927, en Sevilla, cuando la autoproclamada generación quiso extender su estancia en la ciudad pero ya pagando ellos la cuenta y tuvieron que mudarse de la planta principal...
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