No es lo mismo para un inquilino tratar con la propiedad del piso que alquilan que con un intermediario, ya sea una inmobiliaria o un administrador de fincas. A menudo, según una encuesta publicada este miércoles, los arrendatarios suelen tener más problemas y subidas de precio cuando su interlocutor es un intermediario.
El estudio, Impacto de las inmobiliarias en el mercado del alquiler, lo ha llevado a cabo el Institut de Recerca Urbana de Barcelona (IDRA), con una encuesta realizada por la empresa Netquest a inquilinos de la capital catalana y de Madrid. En ella, se observa cómo el 47,8% de los preguntados que tienen que tratar con una agencia aseguran haber tenido conflictos por falta de reparaciones, aumentos “ilegales” del alquiler, cabro de tasas más allá de la mensualidad, falta de mantenimiento de las zonas comunes o presiones para dejar el piso. En el caso de los que hablan directamente con la propiedad, son la mitad los que han vivido estas situaciones, el 26,8%.
“La profesionalización del sector no está mejorando la experiencia del usuario”, señala Jaime Palomera, coautor del estudio junto con Pablo Pérez. Este investigador recalca además que la insatisfacción que refieren los encuestados con algún aspecto del piso suele ser superior cuando hay intermediarios, el 64%, que cuando no, el 53%. Lo que enlaza con otras conclusiones, como que es más probable que los inquilinos sufran subidas de precio cuando su interlocutor es una agencia –un dato que ya dieron a conocer en su anterior informe– o que les cobren honorarios. Esto último, sin embargo, está prohibido por ley desde hace algunos años.
A la espera de comprobar si las inmobiliarias dejan de repercutir a los inquilinos el precio de los honorarios, lo que detecta el informe de IDRA es que en los últimos tiempos esta ha sido una práctica al alza. En Madrid, por ejemplo, los inquilinos con menos de cinco años en un piso que dicen haber tenido que pagar esta cuota son el 64%, mientras que los que llevan más tiempo en la vivienda, el 29%.
Lo que subyace por debajo de estos datos, según Palomera, es el un “boom” de las agencias de la propiedad inmobiliaria y de los administradores de fincas en el sector del alquiler en los últimos años. “Durante la burbuja hipotecaria, entre 1995 y 2007, hubo un crecimiento de inmobiliarias vinculado a la venta de pisos y concesión de hipotecas; pues bien, ahora vuelve a haber un aumento importante de este negocio y es por la vía del alquiler”, apunta.
La tendencia es a que cada vez más contratos de alquiler se firman por intermediación de una agencia, aunque existe todavía una notable diferencia entre el mercado barcelonés y el madrileño. En Barcelona, punta de lanza de la presencia del sector inmobiliario, estos agentes están presentes en el 74,8% de los casos. En Madrid, en cambio, es en el 34,1%.
¿A qué se debe esta diferencia? Desde IDRA aseguran que solo tienen algunas hipótesis no contrastadas. “Puede que tenga que ver con que los organismos colegiales y los administradores tienen una trayectoria más larga en Barcelona”, apuntan.
Lo que sí se atreven a valorar los autores del estudio son las razones detrás de este creciente acaparamiento del mercado. Una de ellas es que las agencias contactan directamente con los propietarios que ven en los portales para ofrecerles sus servicios. “Los arrendadores entrevistados nos dicen haber recibido un gran número de llamadas de agencias pocas horas después de publicar un anuncio en su portal”, constatan en el estudio. En algunos casos, añaden, el intermediario se ofrece de forma gratuita a buscar el inquilino y asumir todas las gestiones, cuyo coste suelen repercutir en los arrendatarios.
Desde IDRA lanzan para concluir una serie de medidas que creen que daría más garantías a los inquilinos. Por ejemplo, regular que los anuncios deban incluir más detalles sobre el propietario –como el número de viviendas que poseen–, crear modelos de contratos estándar o aumentar las inspecciones y sanciones. Pero, por encima de todo, según Palomera, habría que “eliminar de forma efectiva los incentivos perversos” que tienen estas agencias. Uno de los más claros, añade, es la vinculación entre la renta de la vivienda y los honorarios que cobran, que les empuja por lo tanto a subir mensualidades.