Las enfermedades cardiovasculares
son hoy en día la principal causa de muerte tanto en hombres como en mujeres. Hablar
de estas enfermedades implica hablar de insuficiencia cardiaca (IC), la
más prevalente con diferencia sobre el resto. La IC es una las grandes
epidemias del siglo XXI, y la más infravalorada. Sus cifras hablan por sí
solas. En esta enfermedad, que afecta a unas 800.000 personas mayores de 18
años en España, el corazón se vuelve demasiado rígido o débil para bombear
la sangre, lo que suele provocar síntomas debilitantes y hospitalizaciones
frecuentes, sobre todo, a medida que se envejece. Concretamente, se estima que
la padece entre el 5 y el 7% de los mayores de 45 años. A pesar de los avances
que se han producido en su abordaje en los últimos 50 años, tiene peor pronóstico y peor tasa de supervivencia que los cánceres más frecuentes. El 50% de los
pacientes no sobreviven más allá de 5 años después del diagnóstico.
La cirugía cardiaca ha
evolucionado mucho desde las “operaciones a corazón abierto”, aunque estas
siguen siendo necesarias en muchos casos. En la actualidad, más del 75% de
todas las operaciones cardiovasculares que se realizan en España –y casi el 90%
de problemas de válvulas– se llevan a cabo con incisiones mucho más pequeñas,
casi invisibles (acceso transaxilar) o sin necesidad de hacerlas (procedimientos
por catéter).
Será de la mano de expertos de la talla de Juan Miguel Gil Jaurena, jefe de cirugía cardiaca infantil del Hospital GU Gregorio Marañón, de Madrid, que presentará un estudio de 500 casos (desde bebés de 5 días hasta jóvenes de 18 años) a los que se le han practicado cirugías miniinvasivas para resolver cardiopatías congénitas a lo largo de 10 años en su hospital, donde se realizan la mitad de los trasplantes de corazón en niños de toda España, un 40% en menores de un año de vida.
Aunque el trasplante cardíaco
sigue siendo el tratamiento de elección de la IC en etapa terminal y de
otras patologías cardiacas que ya no pueden resolverse con tratamiento u otras
estrategias como la asistencia mecánica, la situación actual es muy distinta a
la de hace una década. Los donantes y
receptores siguen cambiando en términos de edad y comorbilidades, con una
disponibilidad y calidad de los corazones en disminución en todo el mundo.
España, país lider del mundo en donación y trasplante de órganos, también se ha resentido de esta carencia y disminución de la calidad de los corazones, por lo que se empieza a apostar por otras estrategias que antes se consideraban como “puente” al trasplante. Se trata de los denominados dispositivos de asistencia ventricular izquierda (DAVI), cada vez más evolucionados en cuanto a tecnología y biocompatibilidad de los materiales que se usan para su fabricación, cuyos resultados a nivel de supervivencia y calidad de vida se están igualando a los de los trasplantes. Sobre este tema, en concreto en el caso de pacientes con más de 65 años, debatirán el cirujano Daniel Ortiz, jefe de sección de cirugía cardiaca del Universitari de Bellvitge, en Barcelona, y la cardióloga Elena García Romero, del mismo centro, el 6 de junio en la sesión “Trasplante cardiaco para mayores de 65 años ¿sigue siendo la mejor opción?” . “La supervivencia del trasplante a 10 años es del 85%, y el último modelo de DAVI que ha salido se está acercando a esos resultados”, destaca Ortiz.
Donación en asistolia y mejoras de preservación de órganos
Frente a la espectacularidad de
procedimientos que aún están muy lejos de ofrecer resultados a los pacientes,
como los xenotrasplantes, los expertos destacan que la atención debe ponerse en
avances más prácticos y funcionales, como los derivados de la expansión de la
donación en asistolia y las mejoras en la preservación de órganos para
trasplante.
España se situó a la cabeza en la donación en asistolia en 2023, con la mayor tasa de actividad: la mitad de los donantes del conjunto de la Unión Europea (UE) y el 10% mundial, según datos del Observatorio Mundial de Donación y Trasplante que gestiona la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) como centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este procedimiento solo se realiza en 23 países en el mundo. En 2022 el número de donantes en asistolia o en parada cardiaca aumentó un 12%, pasando de 8.545 en 2021 a 9.545, lo que confirma su relevancia como vía de expansión de la donación de órganos.