Tras años de retrasos, Boeing está tratando de probar por primera vez con tripulación su nave Starliner , llamada a ser el 'taxi espacial' de la NASA a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). Después de cancelar tan solo dos horas antes del último intento de despegue el pasado 6 de mayo, ahora la compañía se ha marcado el próximo sábado 1 de junio para lanzar su sonda, si bien parece que aún le queda trabajo: una nueva fuga de helio detectada a finales de la pasada semana amenaza el viaje. «Es complicado, están sucediendo muchas cosas», señaló en una teleconferencia el viernes Ken Bowersox, administrador asociado de la Dirección de Misiones de Operaciones Espaciales de la NASA y ex astronauta. «Necesitábamos trabajar en todo esto como un equipo», afirmó, añadiendo que los últimos contratiempos les han llevado a replantearse muchas de las operaciones. De hecho, es tan complicado que, si bien el lanzamiento de la misión está prevista para el próximo sábado, desde Boeing y NASA enfatizaron que la misión, con destino a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) y en la que viajarán los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams (ambos ex pilotos de pruebas de la Marina de los EE. UU.) tiene ventanas de lanzamiento adicionales el día 2, 5 y 6 de junio (aunque incluso se podría retrasar hasta verano). De momento, este miércoles se llevará a cabo una revisión de la preparación del vuelo para revisar la fuga y los cambios en el sistema de desorbitación (por si fuera necesario). El viernes, la NASA volverá a realizar una teleconferencia para informar a los medios del estatus de la nave. Si todo va según lo planeado, el lanzamiento se producirá a las 12:25 pm del sábado 1 de junio (18:25 hora española) desde el Complejo de Lanzamiento Espacial-41 en la Estación de la Fuerza Espacial de Cabo Cañaveral, en Florida. Fallos acumulados La cancelación del último intento de Starliner el pasado 6 de mayo se debió a un problema con la válvula de escape de oxígeno del cohete Atlas V, que propulsará durante el lanzamiento a la nave de Boeing. El 12 de mayo, desde United Launch Alliance (ULA), responsables del lanzador, informaron del cambio de la válvula. Sin embargo, no acabaron ahí los contratiempos : en la revisión se halló una fuga de helio en la Starliner, lo que ha provocado los nuevos retrasos. Desde Boeing explicaron que se trata de un agujero muy pequeño y que no habría supuesto un peligro para los astronautas. «No existe ningún vehículo apto para humanos que no experimente este tipo de anomalía», dijo Mark Nappi, vicepresidente y director del programa de tripulación comercial de Boeing. El helio, como gas no inerte, no supone un riesgo inmediato para un lanzamiento. Sin embargo, al ser parte del sistema de propulsión de la nave, podría afectar a la presurización para pequeñas maniobras en órbita. Además de estudiar esa fuga, la NASA y Boeing han estado trabajando para aprender cómo el sistema de helio podría afectar el regreso de Starliner a la Tierra. Sin embargo, desde la compañía enviaron un mensaje tranquilizador afirmando que la nave podría viajar con cuatro fugas de las mismas características, incluso con un agujero «100 veces mayor en esa zona». Aún así, reconocieron que se trata de un fallo de diseño. Años de retrasos Esta será la primera vez que Starliner viaje con tripulación, pero no su primera visita al espacio: en 2019 realizó su primer despegue, si bien aunque estaba previsto que llegara a la ISS, nunca llegó a destino después de que un problema con el software la colocase en una dirección equivocada; en 2022, finalmente, Starliner se acopló correctamente al laboratorio espacial, si bien se detectaron algunos problemas con los paracaídas y el cableado que retrasaron la prueba con personas a bordo. MÁS INFORMACIÓN noticia No Científicos descubren un nuevo tipo de erupción volcánica en Hawái noticia Si Más de cien estrellas han desaparecido de repente del cielo en los últimos 70 años Boeing y la NASA firmaron en 2014 un acuerdo por 4.200 millones de dólares (algo más de 3.900 millones de euros) para que creara este 'taxi espacial' y dejar de depender de las naves Soyuz rusas, que hasta 2020 fueron la única forma de que los astronautas llegaran a la ISS. No fue la única empresa en la que confió la NASA: también rubricó un acuerdo, si bien por la mitad de dinero (concretamente 2.600 millones de dólares, unos 2.400 millones de euros) con SpaceX, que diseñó la nave Crew Dragon, que lleva operando de forma regular a la órbita terrestre desde principios de esta década. De ahí que Boeing se juegue mucho en la próxima prueba de Starliner con tripulación.