Hölderlin, un lírico alemán que tropezó en el síndrome Tourette , sostenía que lo que siempre ha hecho del Estado un infierno en la tierra ha sido precisamente el intento del hombre de convertirlo en su cielo. Es la clase de cielo que la izquierdona española ofrece a los palestinos, con la ayuda del pepero Bonilla, el Médici (Cosme, inventor del Estado y del Renacimiento) de la Bética, que pide para Palestina «dos Estados bajo el mismo territorio» (sic), y que algún Schmitt nos ate luego esa mosca por el rabo. Me dicen que Bonilla siempre ha llevado una vida de camarero. «He llevado una vida de camarero», contestó Duchamp, el del urinario, a un crítico de arte que le...
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