El Derecho privado y el sentido de la libertad individual están hondamente arraigados en la conciencia del español medio, desde nuestros ancestros. Aquí el «nadie es más que nadie» se lleva hasta las últimas consecuencias: lo mismo vale para cuando un listo se salta la cola del mercado o si un príncipe te echa una mala mirada. Aquí hemos sentado en el banquillo a la hija del Rey. Pero en cuanto tocamos el espacio público, en política o en economía, a muchos les importa una higa la libertad; la colectividad prefiere un igualitarismo ramplón y despreocupado. Orwell lo vio con claridad: «Un inglés no tiene la sensación, como la tiene un campesino español o italiano, de que la ley es...
Ver Más