Dicen que los niños no mienten, y sí que lo hacen, todos somos hijos del pecadito original. Otra cosa es que no engañen, que no estén curtidos en este mundo de claroscuros, que en su falsedad no haya maldad. Solo ven lo bello porque aún no conciben lo malo. Es por ello, por su alma recién estrenada, que son capaces de identificar a los que pisan la vida con la misma sencillez originaria que los viste. Los niños mienten, pero son el mejor detector de pureza que existe. En algún lado debió escuchar mi hermana, aún chica, lo que era y significaba la santidad. Aquella genérica idea se le quedó clavada entre las dos cejas, como un enigma a resolver....
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