Extraordinaria excursión en autopullman. Corpus Christi en Toledo. Gran corrida de toros con reserva de localidades. Plazas limitadas . Así promocionaba Viajes Meliá en Madrid una gira a la Ciudad Imperial en junio de 1958. Al mismo tiempo, Renfe anunciaba, el jueves 5, «un tren especial con viajeros de las tres clases» desde la estación de Atocha a las ocho y media de la mañana, con hora de llegada dos horas después. El regreso sería a las 21,55. Por otra parte, la empresa de la Plaza de Toros de Toledo publicitaba en Madrid un servicio especial de autobuses para acudir a la corrida cuyo cartel final reunió a Julio Aparicio, Antonio Ordóñez y Gregorio Sánchez. Noticia Relacionada vertical No Las imágenes del Corpus de 1958 Rafael del Cerro Malagón Ese año llegaron «más de un millar de autobuses, coches ligeros y motocicletas, aparte de cuatro trenes y las caravanas de las agencias turísticas», calculándose unas ocho mil personas El viernes apareció en la prensa local y nacional la crónica del Corpus toledano firmada por Luis Moreno Nieto. Señaló que llegaron «más de un millar de autobuses, coches ligeros y motocicletas, aparte de cuatro trenes y las caravanas de las agencias turísticas», calculándose unas ocho mil personas. Detalló el programa oficial, la procesión con el primado Pla y Deniel y la presencia de todas las autoridades invitadas. Casualmente, el Archivo Municipal de Toledo conserva dos series fotográficas de autores aficionados anónimos que llegaron, posiblemente con alguna Kodak o Werlisa de la época en la mano, para captar la solemne y afamada procesión toledana. En tren y en automóvil Por un lado, están archivados dieciséis pequeños positivos con la fecha escrita en el anverso (5/6/58). Tres de ellos muestran a los viajeros mañaneros camino del centro de Toledo desde la estación del tren por el paseo de la Rosa y el puente de Alcántara. Desde la empinada escalera hacia el Miradero, abierta en 1904, el fotógrafo captó a varios peatones y un autobús de la empresa Alegre por la calle Gerardo Lobo. Al fondo, se ve el castillo de San Servando que en septiembre del mismo año inauguraría su historia colegial. Otra imagen presenta un arbolado paseo del Miradero convertido en fortuito estacionamiento la mañana del Corpus y gente andando hacia Zocodover. En cambio, seis fotos son del exterior de la iglesia de Santiago con autobuses aparcados, mujeres de blancos atuendos, endomingados hombres y soldados libres de servicio yendo hacia la calle del Arrabal. Un guardia urbano ordena el paso de coches, entre otros un ostentoso «haiga». Un detalle más, el templo de Santiago ya está libre de casas adosadas. Su feliz rehabilitación concluyó en el mes de octubre, coincidiendo con la exposición Carlos V y su ambiente en el Hospital de Santa Cruz. Nuestro fotógrafo cuando alcanzó Zocodover no debió encontrar sitio. Hay dos escenas con el gentío llenando la plaza y dos tribunas en la embocadura de la calle de la Sillería. En las Cuatro Calles pudo hacer tres fotos entre las cabezas de los espectadores para mostrar la Manga catedralicia al salir de Martín Gamero y la Custodia entrando en la calle del Comercio. Más suerte tuvo en Arco de Palacio, donde el público aún esperaba la llegada de la comitiva. Por fin, ante la fachada principal de la Catedral, y con más suerte, logró una más cercana instantánea de la Custodia escoltada por los alumnos de la Academia de Infantería. Al poco, el solemne cortejo regresaba ya a la Primada. La procesión en cuarta fila La segunda serie, procedente de la colección de Luis Alba, reúne veintiséis positivos localizados entre las Cuatro Calles y Zocodover. En ellos aparece el gran ornato de la calle de Martín Gamero, repleta de mantones, guirnaldas y paseantes como también en la calle del Comercio. El autor se interesó por el cortejo procesional que contempló como pudo en la calle Ancha, casi enfrente del Café Español. Desde allí fotografió el piquete a caballo de la Guardia Civil, un grupo de niños de alguno de los coros y danzas llegados de la provincia y otros en traje de primera comunión. Hizo varias del clero con velas, revestido de capas pluviales que anteceden a la custodia. Aprovechó el paso de la joya de Arfe acompañada de dignidades catedralicias, seminaristas y la escolta de los alumnos de Academia de Infantería. Entre las cabezas del público, una instantánea muestra a Pla y Deniel con la protocolaria capa magna que, tras él, llevaba alzada el caudatario, clérigo encargado de ello. De todas las autoridades civiles solo captó la corporación de la Diputación precedida de maceros y los diputados con el uniforme de gala del Movimiento. En esta serie gráfica se pueden ver los hoy desaparecidos comercios de tejidos, confecciones, calzados, relojerías o damasquinados bajo añosas fachadas con miradores de madera. En dos vistas de un abarrotado Zocodover emergen los quioscos horchateros y dos modernos rótulos publicitarios junto al Arco de la Sangre. Una tarde de titulares Ninguno de los dos reportajes ofrece imágenes posteriores a la procesión. Del primero hay tres vistas desde el Valle mostrando el Alcázar, el Tajo y la Catedral, quizá realizadas por la tarde antes de abandonar Toledo. Del mismo lote es una imagen desde Bisagra hacia el Hospital de Tavera, donde se descubre una pista de coches eléctricos a la derecha y, en la acera opuesta, puestos de sandías y de otros productos donde las bargueñas solían vender escabeches. Y es que la arbolada Vega era un lugar propicio donde no pocos viajeros, a mediodía, vaciaban sus propias tarteras en algunos de los quioscos que sabiamente avisaban: Se admiten comidas. A media tarde, las familias bajaban al paseo para disfrutar del fresco y de alguna atracción infantil. Mientras, los aficionados acudían a los toros y luego, acabado el festejo, entre limonadas, entrar en debate. Pero aquel 5 de junio la suerte de los espadas quedó a un lado. En la Plaza se vivió un calamitoso episodio al devolver al corral a uno de los toros considerado inválido. La tarea se alargó lo indecible por lo que el alcalde de Toledo se subió al coche cisterna de los bomberos para que el conductor diese algunos empellones al toro sin resultado alguno, hasta que Julio Aparicio y sus peones lograron apuntillarlo. En ABC , Díaz Cañabate dio cuenta del suceso, el diario Pueblo habló del «camión torero» y Siete Fechas rotuló así una foto: De poder a poder. Aquel lamentable momento lo vieron las ilustres jerarquías invitadas por la mañana a la procesión. Un mes después, aquel bochorno se solapó en la prensa nacional con el éxito de un toledano: Bahamontes había ganado dos etapas del Tour y el Gran Premio de la Montaña. SOBRE EL AUTOR RAFAEl DEL CERRO MALAGón Maestro, profesor de Secundaria e inspector de Educación. Doctor en Historia del Arte. Investigador especializado en la fotohistoria e imagen de la ciudad Toledo
