Miles de aficionados del Sevilla FC aprovecharon los prolegómenos y el desarrollo del último partido del curso frente al FC Barcelona para mostrar su malestar y decepción por la mala temporada de su equipo y la gestión de los dirigentes al frente de la entidad. Los sevillistas lucieron camisetas negras para sus protestas, las cuales comenzaron desde primera hora de la tarde en el lugar habitual de concentración de la hinchada antes de los partidos, en la explanada frente a Santa Justa. Los cánticos y las críticas prosiguieron después en el camino hacia el estadio Sánchez-Pizjuán, en cuyos aledaños incrementaron las protestas y pancartas contra los responsables del club. La manifestación en la previa contra el consejo fue sonora e importante. Un nutrido número de aficionados, como estaba previsto, no accedió al interior del estadio hasta cumplido el minuto 10 de partido. Así lo hicieron los Biris, dejando una imagen de la grada de Gol Norte prácticamente vacía. Secundaron la protesta, aunque no de forma tan llamativa, en todos los sectores del campo. Durante el Himno del Centenario no cesaron los pitos contra la directiva, algo insólito. Tan solo se respetó la figura de Antonio Puerta en el minuto 16 con su habitual homenaje. La imagen era la de un Sánchez-Pizjuán prácticamente de negro con las camisetas tiñendo el graderío. Tarde rara, triste. El estadio pidió la destitución del consejo de Del Nido Carrasco y Castro, y hasta del director deportivo, de Víctor Orta. Como contraste, se escucharon cánticos a favor de Quique Sánchez Flores, que no continuará como entrenador. Desde Gol Norte se entonó su nombre acompañándolo de aplausos y gran parte del estadio se sumó al cántico, agradeciéndole el trabajo realizado al madrileño. Quique, curiosamente, vistió con traje oscuro, y su ayudante Oltra, igualmente con camisa negra... Al final del partido, subieron los decibelios contra el palco. Los gritos de «directiva, dimisión» volvieron a retumbar como colofón del choque y de la temporada. En-Nesyri se iba con lágrimas en los ojos. La afición coreó con fuerza su nombre en varias ocasiones, como el del capitán Navas, que ni siquiera jugó por lesión. Quique, por su parte, daba las gracias a la hinchada y Sergio Ramos se fotografiaba con sus hijos sin saber que será de su futuro...