Los menores fugados de centros de protección, donde han acabado por que la Administración los ha declarado oficialmente en desamparo, son carne de cañón para la delincuencia organizada. Ven en ellos mano de obra para sus actividades y los menores se encuentran en una situación vulnerable que los convierte en presa fácil. Los ejemplos de cómo menores que estaban supuestamente bajo el amparo del sistema han acabado con pésimas compañías no son escasos. Lo más reciente y cercano tiene que ver con la primera banda latina que ha logrado afincarse y abrir una sucursal estable en la provincia de Sevilla. La Guardia Civil ha llevado a cabo una operación, de la que por ahora se conocen dos fases, para descabezar...
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