El pasado 4 de enero, desde el edificio H-10, Zona 12 del reparto habanero Alamar, Víctor Fernández reveló que hacía tres meses sufrían déficit de entrada de agua a la cisterna. Iban inspectores y daban justificaciones: desde fuerza de agua hasta tupiciones. «Lo llamativo, decía, es que tras venir el inspector, a la siguiente entrada de agua no hay problemas. Se resuelve la fuerza y la tupición. Y este edificio está rodeado por otros, donde llega el agua».
En la segunda quincena de diciembre de 2023, añadía, en casi 12 días no entró agua con fuerza. El martes 26, que debía entrar, fue un inspector y muchas personas le explicaron una vez más el problema. El jueves 28 el agua entró «con fuerza y sin tupición». Ya el sábado 30 volvieron a las mismas y no se sabía cuándo sería la próxima entrada.
Indicaba Víctor que los vecinos explicaron a Aguas de La Habana que el problema está en que no se abre lo suficiente la llave de paso; y se comentaba que todo se debía a que el encargado de esa manipulación la dirigía hacia lugares con negocios de distinto tipo.
«Hemos hablado en el Partido y el Gobierno del municipio, añadía, pero nadie convence al manipulador de la llave de paso», concluía.
Ese 4 de enero, recibí respuesta preliminar de Ana Gloria Gutiérrez Romero, jefa del Departamento de Comunicación Institucional de Aguas de La Habana, quien informó que ese edificio es un caso identificado por las autoridades del territorio.
Si bien es real el déficit de entrada de agua, acotaba, debe desestimarse la teoría de la «mala manipulación de las llaves», pues en puntos más altos que ese edificio el servicio por red llega sin ninguna dificultad.
Y decía que a partir de la recuperación que tenía la zona de Alamar tras la reparación de la avería de la conductora en Berroa, el departamento de Pitometría con sus especialistas se trasladaría allí para hacer mediciones, detectar la obstrucción que impedía el servicio, y dar solución. Añadía que al edificio se le había servido agua por carros cisternas el 30 de diciembre y el 2 de enero, con tres viajes con una cantidad de diez metros cúbicos.
El 19 de enero pasado, Adriana Batista Lara, jefa del Departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana, respondía aquí que el problema lo causaba una obstrucción en la acometida del edificio, la que fue eliminada por la brigada de la Base de Acueducto. Y la efectividad del trabajo quedó demostrada. Se llenó la cisterna.
El 23 de mayo volvió a escribir Víctor, que tras la respuesta de Adriana la destupición se hizo el 17 de enero, día cuando entró agua, pero ni un día más. El 31 de enero hubo reunión con Hilda, presidenta del Consejo, Guillermo, delegado de la circunscripción, Carlos Miranda, de atención al cliente de Aguas de La Habana, y Lisbeth, funcionaria de Aguas… en el municipio. En esos 14 días no había entrado agua al edificio, luego de la destupición.
El 16 de febrero, añade, comenzó a entrar agua al edificio en días alternos. Parecía que el problema estaba resuelto. Y el 16 de marzo el inspector de Aguas… que atiende la zona lo visitó para que él firmara una planilla donde reconocía que todo estaba resuelto. Él firmó la carta y casualmente, ya al día siguiente dejó de entrar agua suficiente.
En días alternos, les entraba un chorrito durante un par de horas (necesitan cinco horas de entrada fuerte, para arrancar el motor y servir a todos los vecinos). El inspector pasaba, reportaba que estaba entrando agua al edificio y casualmente, tras ese reporte, no entraba agua. Cuando averiguaban, les decían que al edificio estaba entrando agua según reportes del inspector.
El 20 de abril hubo una gran rotura en la esquina de 176-A y la Ciclovía. Fueron a repararla y desde entonces dejó de entrar el «chorrito de agua». El problema del edificio no tiene solución y se les incluyó en el plan de pipas. Cuando alguien lo considera, manda una pipa de 20 metros cúbicos que bota más agua fuera que en la cisterna, una pipa de diez o de siete. A veces da un servicio o a veces dos, y en cualquier caso, aunque no alcance para arrancar el motor, lo reportan como servicio de pipas cumplido.
Han insistido con el Gobierno municipal, Atención a la Población del Gobierno Provincial y el Partido municipal.
«Nadie resuelve el problema que ha ido cambiando según pasa el tiempo, desde una tupición resuelta hasta no hay solución. Los vecinos hemos planteado variantes de solución y ofrecido la fuerza de trabajo para ayudar, supervisada por especialistas. Pero nada. Y los cuatro edificios colindantes con el nuestro reciben agua sin problemas», concluye.