“Hemos sido muy transparentes sobre la decisión en la reunión [del 6] junio”, afirma el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, este jueves, en una entrevista en el periódico austriaco OÖNachrichten. “Estamos adoptando un enfoque prudente, que favorecería una bajada [de los tipos de interés] de 0,25 puntos porcentuales”, añade, descartando un recorte de medio punto.
De esta manera, Luis de Guindos da por hecho la primera bajada —que sería desde el 4,5% al 4,25%, según sus declaraciones—, pero no da pistas de cuánto más reducirá el 'precio' oficial del dinero en 2024. “Hay un enorme grado de incertidumbre. No hemos tomado ninguna decisión sobre el número de recortes de tipos de interés ni sobre su magnitud. Veremos cómo evolucionan los datos económicos”, incide el ex ministro de Economía, entre 2011 y 2018, en los gobiernos del Partido Popular (PP). Los años de la austeridad y los recortes.
El alivio para las familias hipotecas o que necesitan financiación y para las empresas será mínimo de momento. “Depende de cómo se desarrolle la inflación. Creemos que fluctuará en el corto plazo y convergerá de manera sostenible a nuestra definición de estabilidad de precios, es decir, 2%, en 2025. Pero existen algunos riesgos”, explica el vicepresidente de la institución.
El BCE inició en julio 2022 un ciclo de austeridad monetaria para luchar contra la crisis de inflación global por la salida de la pandemia y que exacerbó la invasión rusa de Ucrania. En este ciclo (que han ejecutado todos los bancos centrales de las economías occidentales) ha aumentado los tipos de interés del 0% al 4,5% en la eurozona, un máximo que no se alcanzaba desde 2008.
Esta estrategia clásica (u ortodoxa) de la política monetaria intenta combatir las subidas de precios asfixiando la demanda de familias y empresas —o lo que es lo mismo: ahogando la actividad económica en general mediante el encarecimiento del las hipotecas y de las préstamos y la financiación—, sin tener en cuenta que el origen de la crisis de inflación estuvo en la oferta de energía y de otras materias primas. Y, efectivamente, sus consecuencias pueden ser muy agresivas, sobre todo para los más vulnerables, mientras los bancos ganan más y más.
Actualmente, las previsiones de los economistas del propio BCE apuntan a que la inflación bajará al 2,3% de media en 2024 [cerca del objetivo teórico del 2%], las subidas de precios se desaceleraron ya al 2,4% en tasa interanual en abril en la eurozona, el riesgo de recesión es muy alto en Alemania o en Francia, la demanda de crédito descendió más de los esperado en el primer trimestre...
El 6 de junio, la institución actualizará sus estimaciones, pendiente de una larga lista de amenazas: “cómo están evolucionando los salarios, qué está pasando con la productividad, los costes laborales unitarios y la caída de los márgenes de beneficio, por citar los principales factores. A esto se suman los riesgos e incertidumbres geopolíticos: la guerra de Rusia en Ucrania, el conflicto en Medio Oriente, posibles tensiones en el sudeste asiático. Debemos seguir siendo muy cautelosos. Nada está predeterminado en cuanto a recortes o cambios en los tipos de interés”, resume Luis de Guindos.
“Nuestra política monetaria ha funcionado. Consideremos que tan recientemente como en octubre de 2022 teníamos una inflación de más del 10%. Actualmente se sitúa en el 2,4%”, saca pecho el español en la entrevista.
Preguntado por el daño que podrían hacer sus decesiones a los países muy endeudados como España —“usted fue ministro de Economía durante la crisis de la deuda”, le recuerdan los periodistas austriacos—, Luis de Guindos afirma que “la situación es diferente. Los países que tuvieron problemas entre 2010 y 2012 —como Grecia, Portugal, Italia y España— ahora tienen un sector bancario mejor posicionado; mejoraron su competitividad, redujeron los déficits presupuestarios y algunos de los países ya registraban un superávit primario”.
“Italia y Grecia, por ejemplo, tienen altos ratios de deuda pero sus economías están creciendo más que el promedio europeo. Los rendimientos de los bonos soberanos incluso han caído recientemente. Es una muy buena señal, ya que la intervención del BCE en el mercado está disminuyendo sustancialmente y finalizará a finales de año”, concluye el vicepresidente del BCE.
En estos momentos, más allá de la debilidad de la actividad económica, otro factor pesa en la ecuación del Consejo de Gobierno del BCE: la Fed podría retrasar su primer recorte de los tipos de interés. ¿Por qué? Porque la economía y el mercado laboral al otro lado del Atlántico muestran más fortaleza que en la eurozona, y la inflación una resistencia mayor a bajar.
¿Y por qué lo que haga la Fed influye en las decisiones del BCE? Porque existe el riesgo de una repentina depreciación del euro frente al dólar si los caminos de un banco central y otro divergen mucho. Y una caída de la 'moneda común' respecto a la divisa norteamericana encarece automáticamente las importaciones de petróleo, gas y de la mayoría de materias primas, que normalmente se comercializan en dólares en los mercados internacionales. Es decir, el riesgo de una depreciación del euro es una amenaza inflacionista en España, Alemania, Francia, Italia...
En la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno de abril, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, dijo que “no comenta las decisiones o las perspectivas de otros bancos centrales” y que sus decisiones “no dependen de la Fed”. En cambio, Robert Holzmann, el gobernador del Banco Central de Austria, aseguró días después que “no operamos en el vacío. La Reserva Federal con el dólar es, en sentido figurado, el gorila de la sala [o el elefante en la habitación]”.
La Fed volverá a decidir el 12 de junio, una semana después que la institución europea, que lo hará el 6 de junio. Durante semanas, la gran pregunta ha sido si el BCE se moverá antes que la Fed, incluso aunque entonces se prevea que el banco central estadounidense retrase su primer recorte al 31 de julio.