El deterioro sostenido de la atención primaria en la sanidad madrileña se refleja también en el lenguaje que emplean los profesionales para referirse a los centros de salud en peores condiciones. Los médicos hablan de ambulatorios ‘caídos’, aquellos que están tan por debajo de los mínimos que ya ni los profesionales más aguerridos se plantean trabajar allí. Un ejemplo paradigmático es el Vicente Soldevilla de Vallecas, que perdió a su último doctor con plaza en enero por puro agotamiento.
La presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, anunció en abril un complemento de 500 euros mensuales a partir de mayo para los facultativos que aceptasen trabajar en turno de tarde en uno de estos centros que la Consejería de Sanidad denomina “de difícil cobertura”. Pese a ello, muchos siguen siendo reticentes porque las plantillas siguen muy mermadas —con solo el 30% o 40% de las cifras de personal consideradas normales, según el sindicato médico Amyts—, porque ya venían trabajando en centros donde eran necesarios, con pacientes asignados a los que hacían seguimiento, o porque viven demasiado lejos, entre otros motivos.
Ante esto, Sanidad ha optado por cambiar su política laboral y ofrecer contratos a los demandantes de empleo únicamente en los centros más precarios, según denuncia Amyts y ha comprobado elDiario.es hablando con médicos afectados por este cambio. El resultado es que los centros donde trabajaban pierden personal necesario y los facultativos se van al paro. “Es vestir un santo para desvestir otro”, dicen en el sindicato.
“Tengo muy claro que no voy a pasar por ahí”, asegura María, nombre ficticio de una médica que rechazó el cambio de destino y que, como todas las consultadas, prefiere no revelar su identidad ante posibles represalias laborales. “Por compañeros de esos centros, sabemos que se trabaja mal […] Me costaría mi salud mental. Son contratos de tarde, [terminas] a las 23h, con consultas eternas en que no se respeta lo aprobado por huelga [de 2023]”, explica. Si el acuerdo para poner fin al conflicto fue que los médicos nunca viesen a más de 34 pacientes por turno, en estos centros se pueden ver entre “60 y 80” por jornada.
Hasta hace poco eran los propios centros de salud los que seleccionaban a los profesionales sustitutos, pero la dirección general de Recursos Humanos ha recuperado la potestad de contratación que tenía delegada, según explica Sanidad. Esto supone, en ocasiones, que contrataciones pactadas entre responsables de centros y los candidatos se cancelen al poco de empezar. Marta, una médica que terminó en enero una sustitución de varios años, empezó a mirar tiempo después las opciones de incorporarse a otro centro. “Cada día me ofrecían un sitio distinto, había muchísima oferta”, recuerda.
Tras hablar con su directora y a la espera de formalizar el contrato —un formalismo, hasta entonces—Marta empezó a trabajar en un centro del norte de Madrid, pero a los tres días le comunicaron que no volviera. Desde entonces solo le han ofrecido plaza en alguno de los caídos. Por distancia y por conciliación familiar, ella se niega. Lleva tres semanas en casa. “Para eso me voy a Guadalajara. O a Australia, que pagan 17.000 euros al mes”, compara.
Junto al Vicente Soldevilla, el sindicato Amyts ha identificado otros tres centros prioritarios para Sanidad. El de Alcalá de Guadaira, también en Vallecas, uno en Pinto —donde un partido local amenaza con desalojar al PP si no soluciona las carencias del centro de salud— y otro en Navalcarnero. “Yo vivo a hora y media en coche, en el norte de Madrid. Pregunté específicamente por centros del norte que me consta que están muy mal de médicos y me dijeron que no había nada para mí”, protesta María.
Circunstancias similares relata Susana, que a sus 34 años se confiesa ya “quemada”. Estaba cubriendo una baja larga hasta mayo, pero en abril recibió una llamada un viernes, media hora antes de acabar el turno, en la que le comunicaron que cesaba el contrato. Como no aceptó las cuatro opciones que se le plantearon posteriormente —“me quedaban muy lejos”, alega— no ha recibido más ofertas, y eso que el centro que dejó sigue con la plaza sin cubrir. Ahora se plantea dejar la rama asistencial de la medicina. “Siento que no estoy ejerciendo como quería, atiendo apurada, viendo a pacientes de compañeros”, se queja. También sopesa mudarse a Irlanda o Reino Unido, con mejores condiciones económicas, o a estudiar un doctorado becada en Países Bajos.
“Se está ofreciendo a los profesionales aquellos centros que interesa ser cubiertos para prestar servicio al ciudadano. Y no aquellos otros que no son necesarios cubrir por estar bien asistidos”, oponen desde la Consejería, donde aseguran que Amyts “miente” y dicen que sí se están ofreciendo contratos y que, en todo caso, lo que se está haciendo es cumplir el acuerdo de la mesa sectorial.
Pero lo que la Comunidad de Madrid considera “bien asistido” no coincide necesariamente con lo que entienden por ello los propios profesionales. Por ejemplo, en un centro del barrio de Moratalaz donde los trabajadores explicaban esta semana que empieza a haber roces entre el personal de administración y los médicos porque los horarios se alargan sistemáticamente más allá del turno, con doctores que no dan abasto y terminan agotados. “Solo falta que nos den la llave para cerrar nosotros”, se queja una médica.
En Amyts reclaman que se incentive la cobertura de tarde en los peores centros con la implantación de turnos deslizantes para la conciliación laboral, se asignen módulos para las llamadas agendas de rebosamiento —en esencia, turnos de refuerzo que alivien los retrasos por la falta de médicos— o que la cobertura de los peores puestos sume más puntuación en las bolsas de trabajo. De momento, Sanidad no cede y plantea lo siguiente: “Los profesionales son libres para aceptar las ofertas de trabajo, de la misma forma que la Gerencia de Atención Primaria en uso de sus prerrogativas oferta los puestos en función de las prioridades asistenciales que considera”.