Este domingo se celebra en nuestro país el Día de las Madres, acontecimiento que constituye un excelente pretexto para recordar algunos ejemplos de madre e hijos que han estado unidos por el deporte.
Resulta interesante que tres deportistas de alto nivel en su época son madres de igual número de integrantes de la selección de la mayor isla del Caribe, que conquistó la medalla de bronce en el voleibol de sala en la Olimpiada de Atenas, 2004.
Erenia Díaz Sánchez, miembro del equipo que, bajo la tutela del desaparecido entrenador Eugenio George, obtuvo en 1978 la primera de las tres coronas logradas por el elenco cubano en los campeonatos del orbe de esta disciplina, es la mamá de Rosir Calderón Díaz.
En el elenco femenino de baloncesto de la Mayor de las Antillas que acudió a los Juegos Olímpicos de Moscú, en 1980, estaban Sonia de la Paz Galán y Matilde Charro Mendoza, quienes son las madres de Nancy Carrillo de la Paz y Yaima Ortiz Charro, las cuales se colgaron las preseas de bronce en el deporte de la malla alta en la capital griega.
Hace algún tiempo, Marlon Yant Herrera, uno de nuestros mejores voleibolistas en la actualidad, me confesó cómo su mamá, la tres veces olímpica en baloncesto Grisel Herrera Méndez, le había servido de inspiración y motivación para convertirse en deportista.
La subcampeona mundial de voleibol, en 1986, Inés María Moliner, no se pierde un detalle de la actuación de su hijo Jorge Luis Alayo y el artemiseño Noslen Díaz en el voli de playa. Su mayor anhelo, por ahora, es que la pareja criolla acceda a la cita estival de París, el próximo mes de julio.
Años atrás, en 2018, la corredora guantanamera Idalmis Bonne Rousseaux, residente en Santa Clara, me hablaba con orgullo de sus hijas. Ella intervino en las Olimpiadas de 1992, 1996 y 2000 como parte del relevo 4x400, y su primogénita Daysuramis Bonne, también tuvo tres experiencias de este tipo: Beijing 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016.
Otra hija de Idalmis —fruto de su relación con el destacado vallista villaclareño Yoel Hernández Reyes— Zulia Hernández Bonne, se adjudicó medalla de bronce en triple salto, con un registro de 13 metros y 29 centímetros, en el mundial de atletismo para cadetes realizado en Nairobi, Kenya, en julio de 2017.
Recordamos también a la estelar lanzadora de softbol Estela Milanés Salazar, participante en los Juegos de Sydney 2000, madre de Yoenis Céspedes Milanés, estrella del béisbol que brilló en las Grandes Ligas y uno de los tres peloteros de nuestro Archipiélago que ha disparado 100 o más jonrones, tanto en las series nacionales como en la Gran Carpa.
Aunque no son cubanos, una pareja de madre e hijo hicieron historia en los Juegos de Río de Janeiro, el 7 de agosto de 2016, al competir por primera vez en una misma Olimpiada: la georgiana Nino Salukvadze, de 47 años, y su hijo Tsotne Machavarianni.
La Salukvadze acudía a su octava Olimpiada desde Seúl 1988, y experimentó gran alegría, porque mientras ella lidiaba en pistola de aire a diez metros —prueba en la que concluyó en el puesto 47—, su retoño se batía en pistola de 25 metros y culminó en el lugar 19.
«Estoy muy feliz de representar a Georgia, pero un millón de veces más feliz como madre porque mi hijo ha conseguido estar aquí. Está empezando ahora y estoy más nerviosa por él. En la Villa Olímpica soy su madre, pero cuando estamos en el lugar de tiro soy su mentora», contó entonces la deportista a la prensa internacional sobre Tsotne, de tan solo 18 años, uno menos que ella cuando se proclamó campeona olímpica en Seúl.
Muy singular fue el debut de la MF Anna Yolanda Cramling Bellón, en las olimpiadas mundiales de Ajedrez, en Bakú, en 2016. Tenía 14 años de edad cuando defendió el cuarto tablero de la selección femenina de Suecia, de la cual formaba parte su madre Pía Cramling, una de las mejores trebejistas de todos los tiempos. Las dos volvieron a jugar juntas en la cita de 2022, y ocuparon la primera y tercera sillas, respectivamente.
