Los diputados deberían hacer un alto en el camino y analizar con calma el modelo de regionalización.
Las leyes que crearon los cantones de Río Cuarto (2018), Monteverde (2021) y Puerto Jiménez (2022) han presentado una serie de incumplimientos técnicos y legales, algunos de los cuáles podrían ser corregidos durante la tramitación del proyecto 24298 que busca reformar la Ley sobre División Territorial Administrativa (4366).
En la discusión, deben incluirse otros elementos, como los resultados que ha tenido la formación de nuevos cantones en algunos indicadores clave para la medición del progreso de un territorio.
El índice de competitividad nacional 2023 (ICN) mostró que los más competitivos se caracterizan por ser pequeños en extensión territorial, pero con una alta concentración poblacional.
Por el contrario, los cantones menos competitivos abarcan el 60 % del territorio y es donde reside el 25 % de la población, lo cual indica que la densidad poblacional ofrece una visión complementaria para comprender las diferencias en resultados entre los distintos cantones, ya que una mayor densidad poblacional se asocia a un mayor nivel de competitividad (hasta cierto punto).
Por otra parte, partiendo del supuesto de que 40 años es un tiempo suficiente para evaluar el progreso de una comunidad, otro resultado que arroja el índice de competitividad nacional es que los cantones más habitados del país fueron creados entre 1848 y 1880, y en promedio agrupan al 1,9 % del total de los habitantes.
En los 16 de más reciente fundación (excluyendo a Río Cuarto, Monteverde y Puerto Jiménez), constituidos entre 1960 y 1980, residen, en promedio, el 0,6 % de los habitantes, y muestran en este momento los menores niveles de competitividad en sus territorios ¡40 años después!
Garabito, Corredores, Parrita, Guatuso, Los Chiles, La Cruz, Matina y Coto Brus forman parte de ese grupo de cantones (creados entre 1960 y 1980), cuyos grados de competitividad son aún hoy deficientes o limitados.
Los diputados deberían hacer un alto en el camino y analizar con calma el modelo de regionalización y desconcentración del Estado (o incluso descentralización), de forma integral, antes de continuar partiendo el país en microcantones, que, lejos de promover el desarrollo, limitan el progreso de esas comunidades.
El autor es economista.
