El pasado primero de mayo se celebró la más reciente reunión del Comité Federal de Mercado Abierto del Banco de la Reserva Federal. El comunicado del Comité destaca dos principales decisiones:
La primera, es volver a mantener intacto, por sexta vez consecutiva el rango objetivo de la Tasa de Fondos Federales, (la tasa interbancaria a un día), en 5.25% y 5.50%; la tasa de referencia más alta en los últimos 23 años, fijada así desde la reunión de junio de 2023.
De la mano con esa decisión, la Fed publicó otro anuncio tan relevante como el primero, que es la decisión de reducir el ritmo al que se está recogiendo el exceso de dinero en circulación, a un ritmo de 60 mil millones de dólares mensuales, en lugar de los 95 mil millones que se habían fijado mensualmente desde junio del 2022. Analicemos qué implican ambas decisiones.
Las dos principales herramientas de política monetaria moderna en los bancos centrales son la fijación de las tasas de interés de corto plazo (tasa de referencia) y la modulación de la oferta monetaria (expansión o contracción del medio circulante). Ambas herramientas con la mira puesta en lograr el “objetivo de Inflación”.
En cuanto a las tasas de interés, la Fed y Jerome Powell han advertido que el Comité no esta dispuesto a iniciar el ciclo a la baja hasta que no se tenga una evidencia más robusta de que la inflación tiende en forma sostenida hacia el objetivo del 2%.
En los últimos datos la inflación no solo ha dejado de bajar, sino que ha mostrado cierta tendencia alcista. El Índice Subyacente de Precios de Gastos de Consumo Personal, que excluye alimentos y energía (PCE subyacente), que es el índice clave que sigue la Fed, se disparó al 3.7% anual al cierre de marzo, desde el 2.0% del cuarto trimestre del 2023, el mayor incremento en casi un año.
Existen tres principales factores que mantienen fuertes presiones inflacionarias en el mundo:
a. Las restricciones de la oferta de hidrocarburos por parte de Arabia Saudita y la OPEP Plus, la dotación restringida del gas natural por parte de Rusia a Europa ante la guerra con Ucrania, los incidentes en el Golfo Pérsico y el conflicto creciente en Medio Oriente, que inflan los precios de los hidrocarburos.
b. Los efectos del cambio climático que mantienen elevados los precios de los perecederos.
c. La liquidez excesiva y el elevado gasto de gobierno en más de 70 países que tienen elecciones presidenciales en este año.
Los mercados están descontando ahora un posible primer decremento en el objetivo de la Tasa de Fondos Federales para noviembre. La mayor probabilidad se observa para el primer trimestre del año entrante.
La reducción en el ritmo de la contracción de la oferta monetaria tiene este contexto: durante la pandemia, en donde se volvieron a utilizar las políticas monetarias extremas para minimizar el impacto recesivo en la actividad económica, los principales bancos centrales volvieron a inyectar dinero en un monto estimado de 19 billones de dólares. En el caso de la Reserva Federal se concretó una inyección de liquidez de alrededor de 8 billones.
El esquema de inyección de liquidez (política cuantitativa) por parte de la Fed se hace mediante programas de compra de bonos del Tesoro y bonos de las agencias hipotecarias norteamericanas. Adicionalmente al adquirir Bonos de largo plazo, se tiene un efecto de un incremento en el precio de los bonos que equivale a una reducción artificial en las tasas de largo plazo. El efecto neto también se refleja en un incremento en el tamaño del balance del Banco Central. Suben los activos con una mayor tenencia de Bonos y sube el pasivo mediante el incremento de la oferta monetaria.
Con el primer incremento de las tasas en marzo de 2022, se empezó a retirar liquidez. El retiro de liquidez, que es equivalente a una disminución en el balance de la Fed, se hace dejando vencer los bonos adquiridos en el pasado, sin recomprar una nueva tenencia de bonos que lo sustituya.
La decisión reciente es que a partir de junio en lugar de retirar 95 mil millones de dólares mensuales, se retirarán 60 mil millones. La Fed tiene miedo de repetir el incidente de iliquidez que se dio antes de la pandemia, cuando se estaba recogiendo dinero en exceso que se inyectó después de la crisis hipotecaria, y de alentar mayores quiebras de bancos, como las que tuvimos hace un año.
Pero diferir la contracción de la oferta monetaria excesiva equivale a echarle más leña al fuego. La Fed no está viendo la magnitud de esta burbuja. Le doy un parámetro como ejemplo: La relación precio/utilidad promedio del índice S&P 500 está ubicada hoy en 28 veces, mientras que el promedio histórico de esta razón es de 15 veces.