Un durísimo golpe cambiaría para siempre el destino del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso a principios del siglo XX. Fue el 2 de enero de 1918. Hacía muchísimo frío y un espeso manto blanco de nieve cubría el Real Sitio y las montañas del Sistema Central, lo que impedía cualquier tipo de comunicación por los puertos de Navacerrada y Guadarrama. Fue precisamente la dificultad de llegar hasta el enclave, unido a la propia construcción del inmueble, entonces con muchas cubiertas de madera, lo que propinó la propagación de las llamas con extraordinaria rapidez. El fuego, presente durante dos días y dos noches, según recuerdan las crónicas del momento, consumió prácticamente todo el palacio, «excepto el área suroeste»,...
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