CREO que aún tengo margen de libertad para poderlo decir. Y decirlo alto y claro. Como un grito desesperado. Como un grito de impotencia. Como un alarido fauvista en el corazón del casco viejo sevillano. Puedo gritarlo, quizás, como último recurso, como ese pataleo que expresa dolor, rabia y cólera. Pese a la carencia de conocimientos técnicos y a mi condición de periodista, esa profesión que, últimamente, la asocian los peronistas a la lepra ideológica. Lo que hemos visto de las Atarazanas restauradas es decepcionante. Yo lo considero decepcionante. Como el grandísimo profesional que lo firma, lo considerará un hito en su carrera. Pero creo que, pese al desconocimiento técnico y a mi condición de periodista leproso, la restauración del...
Ver Más