Conoce usted cómo son esos momentos de angustia, con la garganta seca, el nudo en el estómago y el corazón a mil por hora cuando uno espera en la sala de un hospital a que salga el médico para informar sobre el diagnóstico de un familiar que ha entrado de Urgencias, con la vida pendiente de un hilo. Ese reloj que no avanza o el beso de despedida sin saber si será el último mientras agarras su mano temblorosa, helada e hinchada por la vía. Así un día tras otro en aquella habitación del pánico donde falta el aire. Hace pocos días lo experimenté por el ingreso de uno de mis familiares más queridos, a los que por su edad,...
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