El museo trataría de mejorar las condiciones en las que los espectadores se acercan a la icónica pieza, ante la que se sitúan 9 millones de personas al año
Se trata del gran reclamo del ya de por sí museo más visitado del mundo. La Mona Lisa es una de esas piezas de arte incomparables en el mundo y, sin embargo, cualquiera que haya acudido a presenciarla en directo, tiene clara una cosa: la experiencia no es de las más placenteras del mundo. Cuando uno llega a la sala donde se encuentra la obra de Leonardo Da Vinci, un largo cordón organiza una fila de espectadores que se puede extender durante muchos minutos. Después de la espera, apenas unos segundos para presenciar la obra, de escaso tamaño, a cierta distancia, y con todas las protecciones. Algo podría cambiar próximamente.
Los responsables del museo parisino han decidido que esos diez millones de personas que se colocan delante del cuadro merecen de una trato mejor. El director del centro, Laurence des Cars, ha anunciado que el museo está estudiando mover la obra, el gran reclamo del centro, a otra sala donde la visita sea más cómoda. En un arranque verbal, el directivo calificó la situación de "la obra maestra más decepcionante del mundo", por lo que tratan, junto al ministerio de Cultura del país galo, de ponerle remedio a la situación.
Además, la Guioconda ejerce una especie de hechizo que atrae los malos instintos. La pieza ha sufrido repetidos ataques e incluso un robo a lo largo de la historia. Recientemente, los activistas climáticos pusieron el foco en ella. Es por eso que las medidas de seguridad sitúan a la pieza tan fuera del alcance de los espectadores. Por ello, el centro habría puesto sus ojos en una sala en el sótano, más amplia, y donde la pieza podría recuperar cierto esplendor y comodidad de visita.
Vincent Delieuvin, comisario jefe de pintura italiana del siglo XVI, dijo al periódico francés "Le Figaro": "Llevamos mucho tiempo pensando en ello, pero esta vez todo el mundo está de acuerdo". "Es una habitación grande y la Mona Lisa está en la parte trasera, detrás de su cristal de seguridad, por lo que a primera vista parece un sello postal. Leonardo da Vinci quería establecer una relación cara a cara entre el cuadro y la persona que lo contemplaba».
