Es verdad que nunca seremos capaces de alcanzar su nivel de desvergüenza. Puestos a pensar, siempre nos quedaremos cortos por mucha entraña que le echemos. Ni cinco días para reflexionar, ni un minuto para que pudiéramos hacernos a la idea de por donde podría retirarse para colocarse mejor. El miércoles de humillación general, 24 de abril inolvidable, salió al portal, se enfundo el terno resplandeciente, nos saludó con un “buenas tardes” aunque fueran las 11 de la mañana, y luego se descojonó de todos nosotros, miserables cómplices de una burla tan cruel. El amago de dimisión ...